Derrota en la clandestinidad

El ucraniano no desmereció. Evitó un primer gol con una acción más propia de Sterbik o Gurutz Aguinagalde que de un portero de fútbol. En el penalti, poco pudo hacer ante un Borja que ya había debutado en Primera cuando él todavía era alevín. Luego, aún tuvo alguna actuación más de mérito, e incluso un mano a mano controvertido que pudo acabar en penalti en su contra.

Sin duda, la irrupción de Yuri fue lo mejor individualmente de los blanquirrojos en un encuentro que nuevamente fue jugado en la semiclandestinidad, sin público, con unas Gaunas en las que retumba el eco por mucho que la televisión incluya un falso sonido ambiente y la butacas se tiñan de colores para romper la fría monocromía de un estadio vacío.

Para que el público vuelva al Municipal hay dos opciones. Una está descartada: volver a Segunda B. La otra, sí que habría que contemplarla. Si a La Ribera, con un aforo de 10.000 espectadores largos, pudieron acceder (y lo harán en breve) 1.000 personas para ver los toros, quizá la solución pase por soltar unas vaquillas en Las Gaunas en el descanso. Si con eso vale para que la Unión Deportiva Logroñés no transite por el fútbol profesional sin el apoyo de sus fieles, bienvenido sea. Este sábado, aunque se hubieran comido hasta las falanges de los dedos con un segundo tiempo en el que la UDL tuteó a todo un ex-Primera, quizá hubieran empujado con su aliento el cabezazo de Andy.