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Esta historia ya la vivimos antes. Un 'déjà vu' que eliminó completamente lo que ya se había escrito en esta página. Una crónica que hablaba ... del primer triunfo, ese bendito tesoro, en tres meses de una UD Logroñés que pese a jugar mejor, se fue cabizbajo de El Toralín. Un conjunto blanquirrojo que no supo defender un merecido 0-2. Pero dicen los que saben que precisamente se trata de un resultado que psicológicamente es extremadamente peligroso. Los equipos se confían, se duermen y... zasca. Y el Logroñés, que no supo aguantar el resultado, lo sintió en sus carnes. Y eso que pudo ser peor si el árbitro hubiese pitado, ya en el 92, el toque de Álex Pérez a Yuri. También pudo ganar si el cabezazo de Bobadilla hubiese sido más cerca del palo o si el último y esforzado remate de Rubén se hubiese esquinado más.
Este reportaje hubiese hablado de un heroico Logroñés ganando en Ponferrada, ciudad de templarios, fieles guardianes del Camino de Santiago, de sus peregrinos. Del triunfo del Rioja sobre el Bierzo, de la bocanada de aire que hubiese supuesto una victoria ante un equipo de la zona alta. Pero no. Otra vez la misma historia. Un punto se sube al autocar del equipo riojano que sabe insuficiente. A muy poco. Cierto es que en el fútbol poco importan los merecimientos. La justicia es un invento de los acomplejados; no se alaba el juego bonito sin una victoria. Que se lo digan al Logroñés, que dejó escapar el triunfo en quince fatídicos minutos.
Porque después de una primera parte que fue de menos a más, en la que Iñaki había marcado un golazo en combinación con Olaetxea, dueño de medio tanto del calagurritano tras un pase a la carrera exquisito, la segunda parte blanquirroja fue espectacular. Hasta el minuto 75. Hasta ese momento, Nano Mesa se dejaba la vida en cada acción; Andy Rodríguez se multiplicaba; Olaetxea se triplicaba; Petcoff guardaba las espaldas a sus compañeros; Iñaki... ¡Iñaki, selección! Y lo mejor: la defensa, talón de Aquiles de este equipo, jugaba con seguridad, contundencia, con las ideas claras, con criterio -si se complicaba alguna acción, balonazo a Nano Mesa-. Sin complejos. Demasiado bonito para ser realidad. Los minutos empezaron entonces a pasar con exagerada lentitud. Pesados. Tic, tac, tic, tac. La UD Logroñés jugaba bien, pero ya conocíamos esa historia. Demasiados antecedentes para creer en una victoria.
Y llegó el primer gran error, esta vez coral, de una defensa que volvió a quedar retratada. 1-2, y la sensación de haber visto la película. Por eso no fue una sorpresa ver que Moreno Aragón señalaba penalti en una acción demasiado rigurosa de Gorka en el área. Por suerte el empate pudo viajar a Logroño aunque la permanencia no será una realidad si cada vez que la UDL suma lo hace con un punto solitario.
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