Oh capitán, mi capitán

Iñaki Sáenz es medio Logroñés. El capitán calagurritano del equipo riojano ha estado fuera muchos partidos, y los blanquirrojos no es que hayan notado su ausencia, sino que la han llorado. En Las Gaunas, ante el Zaragoza, Iñaki volvió. No físicamente, que ya lo había hecho con anterioridad, sino que volvió a ser aquel que ponía balones letales y que, antes, sus compañeros remataban a la red.

En Las Gaunas dejó detalles y en El Toralín impartió magisterio. El riojabajeño tiró del equipo, puso balones, como nadie los remataba y él, a la vez, como no podía centrar y rematar, decidió convertir en oro los balones de otros.

La zurda más sedosa de toda la plantilla blanquirroja condujo al Logroñés hasta las proximidades del triunfo. Hasta que otros arruinaron su esfuerzo.

Y que nadie culpabilice al árbitro. El mismo que arruinó el partido de los blanquirrojos ante el Mallorca para el minuto 4, este martes jugó a favor. Lo hizo en la primera mitad cuando, para consultar el VAR, cortó una contra de la Ponferradina que pareció la salida en estampida del Séptimo de Caballería ante los indios, y lo hizo cuando ya en tiempo de descuento ('ayudado' desde Las Rozas) no señaló un nuevo penalti en contra de los blanquirrojos que hubiera supuesto su sentencia de muerte.

Hoy la culpa tiene nombre y apellidos. Hay jugadores que no merecen jugar en este equipo y uno de ellos es Gorka. Tres minutos sobre el césped fueron suficientes para una falta de concentración que derivó en una jugada de infortunio, sí, pero por falta de concentración. Golpeó el balón con la mano y lo desplazó. Y eso, con VAR y sin VAR, es penalti.

Iñaki no lo va a hacer porque es un buen tipo, pero quizá alguno se merecería que el capitán lo agarre por la pechera y lo zarandee para que despierte. Oh capitán, mi capitán.