Borrar
Bobadilla salva la entrada de Aimar. Fue falta. Se quedó al borde del penalti. Maguz Bogusz la lanzó, pero no cogio portería. Fernando Díaz
Ausencia total de potrero

Ausencia total de potrero

Poco fútbol ·

El Logroñés naufragó en el fango de Urritxe, fue incapaz de generar ocasiones y con su sexta derrota consecutiva se despide de la Copa del Rey

Martín Schmitt

Logroño

Miércoles, 16 de diciembre 2020, 23:26

Cuentan los que pisaron el césped del Estadio Azteca durante el Mundial de 1986 que el terreno estaba extremadamente duro, seco y lleno de pozos. Solo hay que ver el eterno gol de Diego Armando Maradona a los ingleses, el segundo, cuando el Pelusa se disfrazó de barrilete cósmico. Después de la gran asistencia del Negro Enrique («no hubiese sido lo mismo dársela a Cucciufo», declaró alguna vez el exvolante de River Plate), el 'Diez' llevó atada la pelota en el esprint hacia la portería de Peter Shilton, esquivando piernas inglesas y cráteres. Una habilidad que tiene Messi, por ejemplo, después de criarse en los potreros de su Rosario natal; Maradona lo hizo en Villa Fiorito y Tévez, por citar a otros cracks, en Fuerte Apache.

Aquí, en España, esta generación de futbolistas no tiene idea de lo qué es un potrero, lugar en el que pastaban los potros de los currelas de los barrios humildes que salían con su carro a recolectar cartón cuando no había niños dándole al balón. Sitios donde el barro le ganó la batalla al pasto, con piedras de todo tipo y tamaño y porterías hechas con camisetas. Pues Urritxe es lo más parecido a un potrero. Y allí, en esos jardines (por decir algo) el Amorebieta es el amo absoluto.

El campo de juego del equipo vasco estaba impracticable. Ya advirtió Sergio Rodríguez en la previa que se podían encontrar con un campo en ese estado, incluso peor que Las Gaunas antes de la muda de piel a la que se está sometiendo. Y el Logroñés naufragó en el fango, se hundió en el barro, fracasó en una Copa del Rey que en la próxima fase hubiese acercado a La Rioja a un Primera División.

El equipo blanquirrojo no estuvo cómodo en todo el encuentro copero. De hecho, los de Sergio Rodríguez no gozaron de ninguna ocasión clara para marcar al Amorebieta salvo los dos tiros libres que Bogusz mandó alto en la segunda parte. Demasiado escaso. La ausencia de potrero quedó registrada en los hombres de blanco y rojo durante los noventa minutos. Pero sobre todo en el gol de Míkel Álvaro, justo cuando más duele -a instantes del descanso- en un cúmulo de fallos defensivos que Andoni López puso la guinda con la pifia que permitió el tanto local.

Ante la imposibilidad de jugar por lo bajo en medio del barrizal y la lluvia, el Logroñés puso en Urritxe mucho esfuerzo y pundonor. Pero nada más. No fue suficiente porque faltó fútbol. Y potrero.

Al final ganó el fútbol humilde, de ese que bebía el Logroñés hasta la temporada pasada. Ahora quedará tirar de tópicos: «Esta no es la guerra de la UD Logroñés» o «lo importante es la permanencia». Pero la derrota escuece en la afición blanquirroja, no solo porque es la sexta consecutiva, que también. La eliminación copera duele porque el Amorebieta se lo mereció, porque mostró más tablas en su terreno, que no es otro que el barro.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

larioja Ausencia total de potrero