El jardín más refinado de Givenchy en la Alta Costura de París

Pequeñas flores tridimensionales como lirios o pensamientos, brotaban en vestidos, faldas y en las mangas de las chaquetas más especiales de la colección, creando una gran explosión de color. Los volúmenes imposibles fueron la característica principal de la propuesta de esta diseñadora británica, que los llevó a tops, vestidos y faldas. Y aunque fueron mayoría, las líneas rectas también tuvieron un lugar de honor en trajes de dos piezas que se ceñían en la cintura.

Predominó un blanco impecable, seguido por la sobriedad del negro y la combinación entre ambos. Sin embargo, fueron los colores vivos como el naranja, el azul Kein, el amarillo y el morado quienes despertaron los aplausos de un 'front-row' lleno de rostros conocidos. Como tejidos, el guipur, el encaje, el tul plisado y las transparencias fueron el hilo conductor de este pase.

Las prendas diseñadas por Waight Keller se llevaron todas las miradas de los asistentes. Al igual que los accesorios, que destacaban por sus dimensiones XL. Hablamos, concretamente, de unos sombreros estilo paraguas que comenzaban en la cabeza, pero que terminaban a la altura de las rodillas. Además, alguna modelos lucieron un solo pendiente mayúsculo con flecos, que completaban el look a la perfección.

En cuanto al elenco de modelos, destacó Kaia Gerber, uno de los rostros más importantes del circuito. Como viene siendo habitual en los desfiles de Alta Costura, el pase se cerró con un diseño nupcial, y fue la hija de Cindy Crawford quien tuvo el honor de vestirse de novia sobre la pasarela. Lo hizo llevando consigo una auténtica obra de artesanía: un diseño blanco, de escote 'Bardot' con volante, confeccionado en guipur de seda. A juego, un velo para nada tradicional, armado y arquitectónico, que volvía a demostrar el poder de reinvención de la moda. Acto seguido, Clare Waight Keller salía a la pasarela para recibir la merecidísima ovación del público y la crítica internacional.