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PÍO GARCÍA
logroño.
Martes, 6 de abril 2021, 02:00
Al riojano Javier Aguilera Lizarraga (Logroño, 1989) le vino la vocación casi al final del Bachillerato, en una de las últimas clases de Biología. Le hablaron de la modificación genética en células. «Eso fue lo que me maravilló. Entonces hice clic y supe lo que ... quería hacer», recuerda. Decidió estudiar Biotecnología en la Universidad de Lleida. Luego estuvo trabajando más de un año en el CIBIR, con una beca concedida por la ADER en colaboración con la UR, y finalmente, en el año 2013, optó por marcharse a la Universidad de Leuven (Bélgica) a completar su doctorado y seguir investigando. Casi ocho años después, atiende esta entrevista por Skype desde su casa en Leuven, la antigua y hermosa ciudad de Lovaina. Por la pantalla del ordenador se cuela la risueña imagen de una cunita: él y su mujer, una enfermera española, han sido padres durante la pandemia. No ha sido su única alegría en los últimos meses: la revista 'Nature', una de las publicaciones científicas más importantes del mundo, acaba de publicar su estudio sobre el dolor abdominal inducido por la ingesta de alimentos.
-Traducido en términos sencillos, ¿en qué consiste esta investigación?
- La importancia de este trabajo estriba en que a estos pacientes, cuando se les hace una colonoscopia o una prueba de alergia a los alimentos, no se les encuentra nada. Incluso es muy común que el propio médico achaque esos dolores al estrés o piense que se lo están inventando. Lo que hemos caracterizado es el mecanismo biológico que está detrás de este dolor visceral inducido por la ingesta de alimentos. La forma más fácil de entenderlo es pensar que estos pacientes desarrollan una respuesta inmune, parecida a una alergia, pero que en lugar de darse de forma sistemática en todo el cuerpo, la tienen localizada en el intestino.
-Lleva en Bélgica siete años, ¿se plantea volver a España?
- El deseo siempre está ahí. Tanto mi mujer como yo somos españoles. Pero hoy por hoy, laboralmente, es complicado, no porque no haya buena investigación en España -que sí la hay-, sino por la financiación, que es pobre y no mejora. De hecho, yo diría que las cosas están peor que cuando yo vine. Pero además la estructura que hay montada alrededor de la investigación no es solvente. Si volviese a España tendría peor sueldo, menor estabilidad y una financiación más pobre.
- Ese desprecio de España hacia la ciencia, ¿es culpa de los dirigentes políticos o de toda la sociedad?
- No creo que aquí en Bélgica la gente preste más atención a la ciencia. Eso me inclina a pensar que es algo político. La investigación funciona a largo plazo. Hay que invertir hoy para que dentro de diez años tenga fruto. Este estudio publicado en 'Nature' nos ha costado siete años de investigación. Si se busca solo invertir en cosas que den resultado a corto plazo para conseguir votos... Eso a la ciencia nunca le va a venir bien.
- ¿Y no ve visos de mejora?
- Prometen que se va a incrementar la financiación dedicada a ciencia, pero eso también lo decían cuando yo vine a Bélgica. Me da la sensación de que todo el mundo lo promete, pero luego no se hace. Aquí en Bélgica mis compañeros de trabajo pueden comprarse una casa, tener hijos... Y sin embargo mis compañeros de carrera que iniciaron sus doctorados en España o han dejado la investigación o se han ido al extranjero. Amigos míos que hicieron el doctorado en España eran mileuristas y aquí, sin embargo, como estudiante de doctorado se cobra el doble. Y la vida no es el doble de cara.
- Usted estudió en la Universidad de Lleida, luego trabajó en el CIBIR..., ¿encontró diferencia con la formación de sus compañeros de otros países?
- No. En España a veces tendemos a pensar que los extranjeros están mejor preparados o que las universidades son más potentes..., pero yo, cuando vine, tuve la sensación de que no teníamos nada que envidiarles y de que estamos muy preparados.
- Solo nos acordamos de ustedes cuando encuentran algo, pero imagino que antes habrá mucho trabajo ingrato, mucha frustración.
- Así funciona la investigación: una persona tiene una idea, basada en lo que ya se sabe, de cómo podría funcionar un determinado mecanismo. Puede que tu hipótesis sea acertada, y entonces tienes que hacer experimentos que lo demuestren; o puede que sea fallida. Y la gran mayoría de las investigaciones son fallidas. Por eso es tan cara. Hay que fallar mucho para encontrar algo.
- ¿Dónde se ve dentro de diez años? O ni siquiera se hace esa pregunta...
- Sí, me la planteo mucho. Ojalá sea liderando mi propio grupo de investigación. Y dónde... No lo sé. Me gustaría que fuera en España, pero mucho tendrían que cambiar las cosas.
- ¿Animaría a un chaval a escoger el camino de la investigación científica?
- Yo le animaría, aunque es una carrera difícil, no solo porque te obliga a pensar mucho y a fracasar mucho, sino por la escasa estabilidad que tiene: es difícil encontrar un trabajo duradero y depende muchas veces de becas, de encontrar financiación, etc. Pero es una carrera extremadamente bonita, que crea conocimiento y te permite estudiar lo que tú quieras.
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