«Las vocaciones no van a desaparecer»

Él sintió la llamada muy joven y en un ambiente para nada religioso. «Mi padre es ateo y mi madre no era demasiado practicante», analiza. Pero gracias a su abuela conoció la Iglesia y con el apoyo de su párroco Fernando Miranda (Santa Teresita) y a otras personas descubrió cuál era su camino. «Me bauticé a los 10 años para entrar al Seminario Menor», recuerda y cree que su padre «que siempre ha sido muy respetuoso» esperaba que «se cansase pronto y lo dejase». Pero nada más lejos de la realidad.

Año a año la fe crecía en Juan José hasta llegar al sacerdocio. Un cura y un joven. Porque el vicario de Alfaro reconoce que su realidad «es la misma» que la de cualquiera de sus compañeros de generación: «Vas a conciertos, a ver deportes, tienes tus hobbies o cuentas con presencia en las redes sociales pero no por ser sacerdote, sino porque son parte de tu época».

Tal vez porque él está en contacto con otros grupos de jóvenes con sentimiento religioso, no es especialmente pesimista respecto al futuro de la Iglesia riojana. «Está claro que ya nunca va a haber el número de sacerdotes de hace 50 años, pero las vocaciones no van a desaparecer. Habrá que tomar decisiones, reestructurar las parroquias... pero seguirá habiendo curas», abunda. Sacerdotes ayudados por laicos (profesores, catequistas...) porque toca «trabajar en conjunto» para seguir llevando el Evangelio a todos los ámbitos. Y siempre de la mano de los veteranos, que acompañan a los recién llegados en un momento en el que la sociedad cada vez vive más de espaldas al hecho religioso.