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F. DOMÍNGUEZ
Miércoles, 23 de octubre 2019, 21:14
Hace escasamente dos meses, el alberitense Valentín Sáenz de Santiago lanzaba en estas mismas páginas un ofrecimiento altruista a fin de preservar una máquina trilladora de su propiedad, de los años 30 del siglo pasado y movida a motor de petróleo. Su intención era cedérsela ... a quien se lo pidiese. Eso sí, ponía como condición indispensable que se comprometiera a cuidarla bien de cara a que durase muchos años, y aún mejor si podía pasar a formar parte de una exposición o de cualquier otra iniciativa que permitiera que la gente la pudiera contemplarla y sirviera de testimonio sobre cómo eran esos trabajos agrícolas de otros tiempos.
«A raíz de la publicación se pusieron en contacto conmigo diferentes personas para ofrecerme algún que otro proyecto para la trilladora», indica Sáenz, quien señala que «de todos ellos hubo dos que me parecieron los más interesantes. Uno el del Ayuntamiento de Viguera para hacer una recreación viva todos los años sobre la evolución de la trilla, y el otro el del dueño del futuro centro de interpretación de la harina, en San Millán de la Cogolla».
Definitivamente, afirma haberse decantado por el primero de ellos, al considerar que «creo que le va a poder llegar a más gente y va a tener más repercusión». Argumenta que «independientemente de que a lo largo del año se hagan actividades en torno a la trilladora y los otros elementos que hemos ido recopilando, la cúspide será en la época de la cosecha, cuando se harán esas jornadas de la recolección y donde se podrá ver toda la evolución de lo que es y ha sido la cosecha del cereal».
La idea que se tiene es la de «hacer diferentes actos en los que la gente podrá ver cómo han ido evolucionando esos trabajos y que se den cuenta de la dureza de esas labores tiempo atrás». Por si fuera poco, con la iniciativa del Consistorio de Viguera, Sáenz va a ver materializado otra de sus inquietudes. «Nos vamos a poner en contacto con las personas mayores de la zona a fin de que puedan ser ellos los que expliquen cómo se desarrollaban esas tareas y que cuenten, también, las anécdotas que se daban mientras la trilla, un trabajo en el que se juntaban todos y daba lugar a muchas curiosidades».
Además de la trilladora, una Ajuria Nº 1 de la década de 1930, contarán con «un motor Alister inglés, de la época, que una vez restaurado será el encargado de mover la trilladora», donado por Juan Antonio Urbina, de Cuzcurrita de Río Tirón, así como con una cosechadora tirada por caballos y una aventadora.
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