El viejo hábito de cortar cabezas

Lo que pasa en grande pasa en pequeño. Y así, nuestro partidos tienen una tradición cainita que da gusto verla. Es un decir, claro: la pelea por el sillón sin argumento ideológico (porque dentro de la misma casa raramente lo hay) es triste. Porque, sí, al final nadie gana y el partido queda hecho un solar.

Si uno lo mira un poco de cerca, en La Rioja solo la IU de Henar Moreno se libra ahora de guerra civil, quizá porque ya la tuvo hace un par de años y allí quedaron vivos dos.

Los demás partidos llevan toda la legislatura con el trabuco en ristre. Aún humea en el PSOE, pero los de Andreu (porque ya son suyos y de nadie más) al menos tuvieron el tino de acabar pronto y dejarse por delante dos años antes de las siguientes elecciones. Que da tiempo a fregar la sangre del suelo.

Mientras, en Cs pavimentan su disolución con un sainete de cabezas semicortadas y tránsfugas en Logroño, y en Vox solucionan lo suyo al modo Ortega Smith con su fusil: un correo electrónico desde Madrid y todos los órganos del partido al garete. Nombramos a un señor y los demás que arreen. Sobre todo la hasta ahora jefa de la cosa en La Rioja. Qué es eso de decir que la Monasterio había mentido. Aunque lo hubiera hecho. La postverdad era esto.

Ah, y Podemos. Como los morados llevan en guerra en La Rioja desde que nacieron, ya casi no es novedad. Ahora no se ve el humo, pero no tardará en reaparecer. No es que tenga ningún dato, me disculparán. Lo digo por experiencia.

Y luego está el PP. Lo de los 'populares' riojanos me tiene ojiplático. Porque en cuanto a no escarmentar, lo suyo es de récord mundial. A estas alturas ya nadie puede dudar de que la guerra civil de la legislatura pasada les costó salir del Gobierno tras 24 años. Menos de 800 votos les separaron de sumar para seguir mandando, recordemos.

Pero sin embargo los cuchillos siguen afiladísimos, y nadie afila un cuchillo para no usarlo. Conrado Escobar ha sacado el suyo a pasear en Logroño, y la cabeza que rueda es la de Penélope Ramírez, que no había hecho un ruido más allá de dejarse ver de paseo con Alberto Bretón. Pero para eso están los cuchillos: su arma, señor, mata.

Escobar fue en la maniobra curiosamente torpe, para alguien con tantos kilómetros. Dejar a Ramírez sin sueldo y a la vez subírselo él era innecesario, y es una de esas cosas que no pasan inadvertidas en una militancia ya entrenada en la guerra interna.

En fin, las cosas quedan ahora claras; raro será ahora que Bretón se avenga a dejar la carrera, y los que le acompañen saben a qué se arriesgan.

Ay, en fin. Igual algún día un científico descubre ese gen español del guerracivilismo. Y nos lo quita.

Dios trajo a los políticos al mundo para hacer cosas. Y a los periodistas para contarlas. Y para, de vez en cuando, opinar sobre si nos gustan o no. Lo malo de esto último es que la tentación de opinar de todo es demasiado fuerte.

Y claro, hay demasiadas cosas de las que uno no tiene ni idea. Ejemplo: las complejidades del mercado de la vivienda. Como incapaz que soy de proponer una solución con un mínimo de cabeza, incapaz sigo de escribir sobre si las medidas que ha propuesto el Gobierno de España serán útiles.

Sí sé que los mercados que no funcionan han de ser tocados. Y el de la vivienda es terrible en buena parte del país (no tanto aquí, a Dios gracias). Y en gran parte de Europa. Y en gran parte del mundo, en fin. Cuando un sueldo medio no da para comprar una vivienda media, algo va mal.

Frente a esto, que es una realidad compleja y terrible, hay dos maneras de fastidiarla. Una es intentar hacer algo y equivocarse. No dar con la tecla y empeorar lo que ya está mal. La otra es no hacer nada.

Prefiero la primera: en ella hay, al menos, una posibilidad de acierto.

Hace unos años, en esta santa casa, nos dio por hacer campaña en pro de la lógica en el fútbol. Aquel verano parecía posible que la SD Logroñés y la UD Logroñés acabaran juntas en un solo club. Parecía, pero no era posible.

Aún hay quien nos insulta por ello, porque, en fin, y yo qué sé. Pero al menos yo todavía sigo creyendo que ver a dos equipos llamados Logroñés jugando un derbi en Las Gaunas es ridículo. Y que nos quita fuerza.

En fin. UDL y SDL juegan hoy en Las Gaunas, y que sus aficiones lo disfruten como casi siempre, o sea, en paz y amor y con los insultos imprescindibles. Pero oye.