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El ictus que sufrió con 43 años marcó un antes y un después en la vida de Roberto Germán. Ahora, con 51, ha escrito un ... libro en el que cuenta su historia. Prologado por el cardenal Omella, en 'Siempre con Dios' relata en tercera persona su experiencia en varios actos: el percance de salud que le sobrevino en Roma con sus alumnos de Humanidades de la UR, los meses que pasó hasta poder volar desde Italia y una tercera parte dedicada al proceso que le llevó a una silla de ruedas y al presente, ya con un bastón y todas las ganas del mundo de seguir adelante. El Centro Ibercaja acoge hoy (19.00 horas) una segunda presentación de su libro.
– ¿Cuándo le asaltó la idea de contar su experiencia?
– Quedé muy limitado, pero no podía quedarme parado. Lo primero que pensé es que debía hacer algo para ejercitar la mano derecha. Se me ocurrió que podía escribir sobre la experiencia del viaje, la vivencias del tiempo que estuve en el hospital de Roma...
– ¿Lo escribía más para usted?
– Sí, pero pasados cinco años le conté a un amigo lo que estaba haciendo y me dijo ¿por qué no lo publicas? No le hice mucho caso, porque eran sobre todo unas memorias, pero me quedé con la canción. Al tiempo escribí a varias editoriales, pero me contestaron que el contenido no era comercial, porque no era un relato novelado. Así que le di la vuelta y, a través de un librero de Logroño, contacté con una editorial de Castellón que sí se interesó por el contenido.
– ¿Por qué pensó que debía escribir de ello?
– Quería que mi testimonio fuera una apertura a la esperanza y a la superación. Un ictus grave como el que tuve yo te cambia el humor, el carácter... percibí que incluso me estaba cambiando la forma de relacionarme. Hasta que me di cuenta de que nadie de los que estaban a mi alrededor tenían la culpa de lo que me pasaba. Soy sacerdote y está escrito desde la perspectiva religiosa, pero está dirigido tanto a personas creyentes como no creyentes. En mi caso, confiar en Dios fue la luz al final de túnel. Lo primero que hay que hacer es aceptar la realidad y luego intentar hacer lo posible dentro de tu limitación.
– El libro está prologado por el cardenal Omella.
– Omella siempre ha estado muy pendiente de mi situación, incluso me vino a visitar a Roma, donde tuve la suerte de coincidir, antes de que fuera nombrado obispo de Mérida-Badajoz, con monseñor Morga, cuya ayuda fue fundamental. También recibí todo el apoyo de monseñor Munilla, que fue quien me puso en contacto con el médico que me intervino por la parálisis facial. Los tres me dedican palabras muy cariñosas.
– Habla de las pocas cosas importantes de la vida, ¿cuáles?
– La familia, los verdaderos amigos y disfrutar de cada momento. Todos los días son especiales y no hay que esperar a que ocurra algo.
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