Un libro para llorar, reír y, sobre todo, reflexionar. Como la vida. Y la de Mayte Gómez Tarragona (Alfaro, 1985) no ha sido fácil. Su frágil salud le robó parte de su juventud y le sustrajo o, al menos, aplazó muchos de sus sueños tras ... una condena de más de ocho años encerrada en una burbuja.
Sensibilidad química múltiple, fibromialgia, fatiga crónica o encefalomielitis miálgica e intolerancias alimenticias eran las piezas negras de un puzle genético que congelaron la vida de esta joven riojana –pero afincada desde hace años en la Ribera Sacra gallega– allá por 2012, sentenciada a un confinamiento sin fecha de caducidad. Aquel encierro, sus pesares y anhelos, quedó plasmado en tres diarios que años después ven la luz en forma de libro: 'Mis dos «yos»', una obra que Mayte Gómez Tarragona, no curada pero sí recuperada, presenta este jueves, 26 de diciembre, en su tierra, esta tarde, a partir de las 19.30 horas, en el Espacio Santos Ochoa (Calvo Sotelo, 19, en Logroño).
La Navidad la ha acercado por unos días a Alfaro para brindar con los suyos y en compañía de Miguel, su pareja, que ni se rindió ni permitió que tirase la toalla, se pasó el lunes, 23 de diciembre, por Diario LA RIOJA para dejar una pinceladas de una pesadilla de la que por fin pudo despertar.
«Yo no me planteé este libro, simplemente vino solo. Como yo estaba tan mal, tan enferma, para no desplomarme psicológicamente, empecé a escribir a mano en un diario lo que me pasaba cada día. Al final fueron tres cuadernos que guardé y varios años después me decidí a pasarlos al ordenador y fue cuando gracias a una asociación, SQM-EHS Galicia, me decidí a publicarlo», explica Mayte antes de dar comienzo a su relato, hoy sí, entre sonrisas.
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El libro
'Mis dos «yos»'. Editorial Donbuk. 139 páginas.
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La autora
Mayte Gómez Tarragona (Alfaro, 1985).
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La presentación
Este jueves, 26 de diciembre, a las 19.30 en el Espacio Santos Ochoa (Calvo Sotelo, 19, en Logroño) y en youtube/c/SantosOchoaLibros.
Tras una niñez absolutamente normal, los primeros avisos llegaron en la adolescencia, en forma de mareos ocasionales. Lo peor estaba por venir. La joven ya vivía en Galicia, donde residía junto a su chico, Miguel, al que había conocido en Soria. «Los problemas graves empezaron a los 24 años o así. En la sensibilidad química múltiple (SQM) puede haber un desencadenante, pero yo en mi caso no te sé decir, no me sé el punto de inflexión ni qué pasó. Fue poco a poco y al final llegó un momento en el que mi cuerpo estaba muy contaminado y ya no pude volver a salir. Hoy sigo enferma, pero ya ves que estoy aquí, pero entonces la SQM estaba en su grado máximo, cualquier perfume o crema, por mínima que fuese la cantidad, desencadenaba múltiples síntomas, desde un dolor de cabeza a convulsiones y reacciones alérgicas con dificultad respiratoria y graves riesgos», explica.
La sensibilidad química múltiple estalló con rudeza terrible, tenía que vivir en una burbuja y, además, fuera de las asociaciones y de los pocos especialistas que se dedicaban a ello, era un asunto sin apenas información. «En ocasiones la SQM suele venir con otras patologías asociadas y en mi caso fue así efectivamente, con fibromialgia y fatiga crónica, lo que imponía, además, un equilibrio en los tratamientos, porque lo que iba bien para una cosa no era lo mejor para las otras». Su estado impuso un mudanza urgente. «Nosotros vivíamos en un piso y nos tuvimos que mudar a una casa de aldea porque al estar todo tan contaminado me molestaba hasta el vecino que salía a fumar en su terraza. Tenía un parque enfrente que me daba la vida, pero no podía utilizar el ascensor, para mí era algo absolutamente prohibido, y subir y bajar las escaleras era agotador, una tortura, así que solo salía una vez al trimestre».
«Un poco de perfume o una crema desencadenaba múltiples síntomas, desde un dolor de cabeza a convulsiones y reacciones»
Mayte Gómez Tarragona
Escritora y bloquera
«A mí la pandemia no me afectó, para mí fue un impulso porque la gente no sabía estar aislada, pero yo llevaba ya muchos años»
«No estoy curada, pero ahora estoy genial, puedo salir, ir a un restaurante… Me emociono pensando '¡Ay, que estoy aquí'!»
Sin apenas visitas, salvo algunos de los íntimos y con severos protocolos para evitar una crisis que podía ser fatal, pasaron los años. «Al final, gracias a un control ambiental estricto que aún mantengo y a tratamientos con vitaminas y complementos, logré llegar a lo que jamás soñé, a descontaminarme y pasar a un grado de SQM muy bajo». Tras ocho años, la mejora llegó a finales de 2019, en vísperas del covid, pero a Mayte no le importó: «A mí la pandemia no me afectó, para mí fue un impulso porque la gente no sabía estar aislada, pero yo llevaba ya muchos años y aproveché para crear el blog 'Mayttet, disfrutemos de la escritura' y empezar con microrelatos con los que sigo a día de hoy», explica, para admitir, con una carcajada, que «el presente es fantástico».
«Ahora por fin estoy genial, puedo salir, ir a un restaurante… Me emociono pensando '¡Ay, que estoy aquí'! Soy feliz, porque llegué a pensar que me iba a pasar el resto de mi vida en esa cárcel. Los diarios fueron los que me libraron de caer en una depresión. Y ahora, a mis 40 años, me doy cuenta de que me faltan por hacer un montón de cosas que fueron imposibles. Tengo una lista de objetivos que voy tachando según cumplo, pero me faltan muchos, uno de ellos un viaje que Miguel y yo tenemos pendiente y que en algún momento haremos. Está planeado y algún día cogeremos un avión, pero todavía nos da miedo», concluye con el rostro iluminado y un guiño a su pareja.
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