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Incertidumbre, miedos, dudas, preocupación, pánico... A sus 28 años, Marcelina Paz Reina ha padecido más que muchos seres humanos si fuesen capaces de encadenar varias vidas. Hoy, en La Rioja, en la sede logroñesa de Fundación Pioneros, su blanquísima dentadura vuelve a brillar en una ... sonrisa de esperanza. Sabe que le queda mucho por luchar y que en sus manos está su porvenir y el de sus dos hijas, de seis años y 20 meses.
Con solo 26 años tuvo que dejar todo atrás y abandonar su vida, sus sueños y a su familia, incluida a su pequeña. Todo quedó en un pueblo colombiano de la costa del Pacífico. «Me vine a España en diciembre del año 2021 porque tenía una situación personal un poco complicada, tuve que salir de Colombia, porque me iba la vida en ello incluso», inicia el relato que la trajo, en plena pandemia, a tierras riojanas, a Aguilar del Río Alhama, donde residía un hermano.
Al poco de llegar empezó a trabajar como cuidadora de una señora mayor, pero el destino no había escrito su último capítulo. Empezó a sentirse mal y el diagnóstico llegó poco después en forma de embarazo, una gestación que ya viajaba con ella en el avión que la sacó de Colombia. La asistencia sanitaria necesaria la acercó a Logroño. Sola, aterrada y sin papeles. Llamó a la puerta de Cruz Roja y de allí fue derivada al Centro Asesor de la Mujer y a un piso de acogida.
«Yo tenía mucho miedo y solo pensaba en volver a Colombia. Estar en un país diferente, casi sola, si mi niña aquí y con otra en camino, indocumentada… Ese temor a enfrentar algo desconocido era más grande que el de volver a mi país. Llegue a comprar incluso el billete del vuelo a Colombia y el de autobús a Madrid, pero a última hora me convenció mi familia de que me quedara». Y el azar empezó a mostrar su cara amable. «Me ayudaron con la asistencia sanitaria, a regularizar mi situación en cuanto me concedieron asilo político y me enviaron, en agosto de 2022, a Fundación Pioneros, donde realicé varios cursos formativos y recuperé mi seguridad y confianza». Cocina, limpieza, gerontología... Nuevos retos para una joven que tenía en su bolsillo el título de Técnico Auxiliar en Enfermería obtenido en su país y que en un futuro sueña con homologar.
Su hija pequeña nació el 31 de agosto de 2022 y solo ocho meses después, el 26 de abril de 2023, pudo abrazar por fin a la mayor. «Gracias a Pioneros pude empezar a trabajar en una residencia de personas mayores, a mí me encantaba el trabajo y ellos estaban contentos conmigo, pero como estaba sola con las niñas y tenía que pagar quien me las cuidara los fines de semana, los comedores y la guardería tuve que dejarlo y recurrir a la Renta de Ciudadanía, unos 600 euros al mes.
«Quiero organizarme, sé que no es fácil, pero trabajaré en lo que sea y hoy no me arrepiento de aquella decisión de quedarme aquí en La Rioja. El miedo sigue, pero creo que lo puedo manejar, porque sé que tengo que luchar y sacar adelante a mis dos pequeñas», asevera para tratar de no olvidar a nadie en su agradecimiento: «Debo mucho, en primer lugar a Dios, porque soy muy creyente; pero también al Centro Asesor de la Mujer, a la Fundación Pioneros, a Cáritas… A muchísima gente. Las personas salimos a enfrentarnos a un mundo desconocido y no sabemos qué nos vamos a encontrar y yo he tenido mucha suerte, eso que no creo en la fortuna sino en las bendiciones y sé que he tenido la bendición de conocer a mucha gente buena en La Rioja»,
El camino que le queda por delante es aún tan largo y pedregoso como el tramo que ya ha recorrido. «Nadie deja su país y a su familia por antojo, por el simple hecho de querer vivir mejor. Yo tenía que salir adelante y luchar por mi vida y por mis hijas. No es fácil, llegué a España con 26 años y al enfrentarme a este mundo sentí que había dejado 26 años perdidos atrás. Allí quedo mi hija, mi familia, mis costumbres, mis amistades, mi tierra... Todo. Es terrible y por eso no entiendes que haya personas faltas de sensibilidad, de empatía y que no duden en discriminar e incluso insultar a las personas que han tenido que migrar sin tener idea de por todo lo que hemos pasado», se lamenta.
Pero su rostro, de un intenso y brillante color caoba, vuelve a iluminarse: «No creo en la suerte, creo en las bendiciones y pienso que soy una mujer bendecida. Hay mucha gente que llega a España y no tiene quien le dé la mano, pero a mí me han dado muchas manos y estoy llena de personas maravillosas. Con eso me quedo. Para mí es maravilloso que haya gente que quiera a uno sin importar su color de pelo, su forma de hablar o sus costumbres. Si yo tengo mucha gratitud con todo el equipo y todas las educadoras es por la forma en que quieren a mis hijas, que son esas cositas negritas bonitas», se despide decidida a no ceder en su lucha vital: «Después de todo lo que he pasado, soy feliz, eso que no es fácil ser madre soltera, fuera de tu país y sola. Pero estoy bien, con fuerza para seguir adelante y, cuando flaquee, pues me ayudará Dios».
Este año va a cumplir 56 años y, fiel a sus raíces, sus estadísticas certifican que sigue en la senda correcta. Pioneros nació en 1968 en Logroño como un movimiento social comprometido con los jóvenes en riesgo de exclusión social e, inspirado por las ideas educativas que Julián Rezola conoció en el Mayo del 68 francés, trajo a España la figura del educador de calle.
Casi seis décadas después sigue en la brecha y con brillantes resultados. Solo el pasado 2023, la entidad atendió a 308 jóvenes –122 mujeres y 186 hombres– de los que 171 consiguieron un empleo, lo que supone un 55,5 % de inserción laboral.
Este programa, especializado también en itinerarios formativos consiguió, además, que 114 personas –33 mujeres y 81 hombres– completaran algún tipo de formación. Para ello cuenta con la colaboración de una red de 93 empresas y 58 entidades, se basa en intervenciones tanto individuales (853 el pasado año) como grupales, de las que en el pasado ejercicio se desarrollaron 95 sesiones con 74 participantes totales.
«Aquí trabajamos con los jóvenes y sus familias para crear nuevas oportunidades a través de la formación, de la educación en valores, del trabajo con nuestros profesionales y educadores, ese trabajo continuo con empresas y con la Administración», destaca Ana Ganuza Imaña, gerente de Fundación Pioneros, quien detalla que «tenemos un amplio perfil de jóvenes que están en una situación de exclusión social y que vienen, en un situación muy precaria, para que les ayudemos».
Con más hombres que mujeres, en un porcentaje de 7 a 3, y en un rango de edad de entre 16 y 24 años, la entidad no solo les ayuda a encontrar empleo, «sino a crecer como persona y a partir de ese crecimiento buscar trabajo, formación y, sobre todo, creerse que valen», explica la gerente.
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