Imagen de archivo de Cristina Cuesta, hija del logroñés Enrique Cuesta, asesinado por ETA hace hoy 40 años. ERNESTO ARIAS

«Las víctimas de ETA ahora no somos una prioridad política»

Hoy se cumplen 40 años del asesinato del riojano Enrique Cuesta, cuatro décadas que su hija ha consagrado a «una carrera contra el olvido»

Sábado, 26 de marzo 2022, 01:00

Han pasado 40 años desde que aquella anónima universitaria que estudiaba periodismo en el campus de la UPV en Lejona (Vizcaya), regresó el 26 de marzo de 1982 al hogar familiar en San Sebastián para festejar sus 20 años recién cumplidos. Nada más llegar llamó ... a su padre, el logroñés Enrique Cuesta, delegado de Telefónica en Guipúzcoa, para decirle que ya estaba en casa y que luego hablarían de cómo celebrar su cumpleaños: «Vale hija, luego nos vemos». Estas fueron las últimas palabras que escuchó de él.

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Han pasado 40 años desde que sobre las 15 horas de aquel 26 de marzo de 1982 un hombre, cuya identidad sigue sin descubrir, llamó por teléfono a casa. Estaba terminando de preparar la comida con Pilar, su madre. Su hermana de 14 años, como hacía todos los días, había salido al encuentro de su padre antes de volver al colegio. Pilar se quedó en la cocina. Cristina contestó. Un único mensaje: «Baja deprisa, que a tu padre le ha pasado algo».

No solo a Enrique (54 años). Su escolta, Antonio Gómez, un policía nacional de 24 años, también fue abordado por los dos terroristas. Cristina quiere dedicarle un recuerdo especial. Ambos cayeron fulminados unos metros antes de llegar a su destino. El protegido falleció en el acto. El protector, cinco días después de haber estado sumido en un coma profundo. Dos viudas y tres huérfanos fue la macabra hazaña de ETA aquel 26 de marzo de 1982.

«Hay una anomalía democrática y un vacío generacional: muchos jóvenes no saben quién fue Miguel Ángel Blanco»

Han pasado 40 años y Cristina recuerda a su padre como «un riojano de los pies a la cabeza» que, «valientemente, y apoyado por mi madre, por supuesto, decidió quedarse en el País Vasco y aceptó el riesgo de ser delegado de Telefónica en Guipúzcoa en sustitución de su anterior jefe, que había sido asesinado en 1980 por los Comandos Autónomos Anticapitalistas», una escisión de ETA, los mismos que le ejecutaron junto a su escolta menos de un dos años más tarde y que, como los cientos de víctimas de la barbarie terrorista, contribuyeron a «construir la España democrática y constitucional de la que hoy disfrutamos», presume emocionada su hija. «Nos tenemos que sentir orgullosos y agradecidos», subraya.

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A la izquierda, Enrique Cuesta, con su mujer, Pilar; a la derecha Antonio Gómez y su mujer, Pepi. RISTINA CUESTA

Cristina repasa la situación actual y lamenta que «las víctimas del terrorismo no somos ahora una prioridad para la clase política en general». Bien al contrario, «estamos viviendo en esta última etapa una anomalía democrática» que «extiende un manto de olvido», algo que «no entendemos y que nos resulta muy doloroso». Una España en la que «partidos que no han condenado los crímenes de mi padre, de Antonio y de tantos otros tienen interlocución, peso y responsabilidad en la gobernabilidad del país, sin habérseles exigido una evolución democrática», y que están «intentando blanquear su pasado» escribiendo un relato retorcido de la realidad, «cuando aún quedan más de 300 crímenes sin resolver».

«Transmitir la memoria»

No. De ninguna de las maneras. Por ello, Cristina, y como ella cientos de víctimas, renunciaron a la venganza y optaron por «un comportamiento ético basado en la tolerancia, la justicia y la libertad», prodigándose en charlas dirigidas a los adolescentes para «transmitir la memoria y la inocencia de nuestros familiares injustamente asesinados». Un testimonio que tiene «un peso fundamental a la hora de entender lo que no se puede admitir ni justificar, evitar posibles brotes y dar a conocer una historia en la que durante décadas los jóvenes no han sido formados». «Hay un vacío de varias generaciones», como lo demuestra que «muchos jóvenes no saben quién fue Miguel Ángel Blanco».

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En definitiva, «una carrera contra el olvido» para que todos los españoles, con independencia de su edad, «sigan llevando a la víctimas» de ETA «en su memoria y en su corazón».

'La voz de las manos blancas' llegará a La Rioja en otoño

Miguel Ángel Blanco es «el símbolo de las víctimas de ETA» y por eso la fundación que se lleva su nombre, con motivo del 25º aniversario del asesinato, ha organizado la exposición 'La voz de las manos blancas' para «concienciar sobre la verdad». La muestra llegará a Logroño tras el verano, anticipa Cristina Cuesta, quien hoy participa en Madrid en una concentración de la AVT, y también aspira a poder traer a Logroño el documental 'Las buenas sombras' , dedicado a los 13 escoltas fallecidos en atentados etarras, entre ellos el que protegía a su padre.

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