Un verano al esprint en el tramo riojano de la A-12

Las excavaciones arqueológicas tras la aparición de una necrópolis en Grañón, un invierno especialmente duro, problemas a la hora de encontrar y mover materiales de desmonte, la guerra de Ucrania y el encarecimiento de insumos... La lista de argumentos para explicar el retraso en las obras de la autovía A-12 entre Santo Domingo de la Calzada y Villamayor del Río resulta extensa.

Octubre de 2024 es, desde hace meses, la fecha que se baraja para finalizar el tramo riojano de esta vía. Y eso se nota en el ritmo de los trabajos, que durante este período se está acelerando en el entorno de Grañón, la 'despedida' de la A-12 de La Rioja. Mientras, en la zona burgalesa el desarrollo de las obras parece que va más lento y se estima que sea a comienzos de 2025 cuando el primer tramo burgalés pueda estar en servicio.

Las obras del resto de tramos castellano-leoneses (Villamayor del Río-Villafranca de los Montes de Oca, de 14,8 kilómetros; el de Villafranca-Ibeas de Juarros, de 23,5 kilómetros; y el que va desde esta localidad hasta la capital burgalesa) cuentan con dotaciones presupuestarias hasta 2026, así que soñar con llegar desde Logroño a Burgos siguiendo la Autovía del Camino deberá esperar al menos (y con mucha fe) hasta esa fecha.

De momento, los vecinos de Grañón son los que más están notando el avance, con la construcción de un paso elevado que complementa al ya ejecutado para atravesar el río y así evitar la actual curva existente. «Se ve que están trabajando mucho, incluso sábados y algún domingo», explica César Sáez de Quejana, alcalde de la localidad riojalteña. Y esas variaciones en el día a día de las obras provocan situaciones como que el vecino que debe ir a Burgos «tiene que hacer un poco de escalextric» o que se han tenido que habilitar unos cambios de sentido para ir o volver de Santo Domingo que podrían convertirse en peligrosos, especialmente en invierno.

Problemas más graves siguen teniendo los vecinos de Herramélluri (también Ochánduri, Leiva o Tormantos), quienes desde finales de junio sufren el corte de la LR-201, la carretera que une de manera directa estas localidades con Santo Domingo de la Calzada, a causa de las obras. «Tras nuestras primeras quejas desbrozaron las cunetas, que algo es, pero nada más: ni señalizar, ni pintar los carriles, ni eliminar los baches...», se lamenta Emilio Gómez, primer edil de Herramélluri.

Los desvíos obligan a habituales o veraneantes a tener que conducir durante 15 kilómetros (bien por Villalobar o bien por Grañón) en vez de los nueve habituales para llegar a la ciudad calceatense o decantarse por acudir a Haro. La molestia continuará «hasta al menos diciembre, pero ya no sé de qué año», desliza con ironía Gómez.

Y resta por planificar el día después, cuando se inaugure este tramo de A-12 y ya se pueda llegar a 120 kilómetros por hora hasta Villamayor del Río. En las inmediaciones de la Autovía del Camino quedarán a la espera de respuesta las demandas de los vecinos de la zona: arreglos de caminos agrícolas, acceso a fincas, entradas y salidas de la autovía o el destino de la antigua nacional. «Vamos a trabajar mucho para que todo quede bien y también hay que estudiar qué hacer con la N-120, que es un camino agrícola, pero también vía verde y camino de peregrinos», concluye Sáez de Quejana.

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