Lorent Saleh, en el campus de la Universidad de La Rioja, este martes. Sonia Tercero

Lorent Saleh | Activista venezolano

«Venezuela es un ejemplo de cómo se puede revertir un estado de bienestar»

El fundador de la ONG Operación Libertad y premio Sájarov del Parlamento Europeo vive en España un exilio forzado

Iñaki García

Logroño

Miércoles, 23 de octubre 2024, 10:03

Lorent Saleh cumplió en julio 36 años y ha dedicado más de la mitad de su vida a defender aquello que considera justo. Con 18 años, este venezolano fundó la ONG Operación Libertad y comenzó a destacar en la lucha contra el chavismo en su ... país de origen. Fue detenido en varias ocasiones y pasó cuatro años preso en lugares extremos como 'La Tumba' («no es una cárcel, es un laboratorio», recalca). Después, se le obligó al exilio forzado, aterrizó en España y este martes participó en el ciclo 'Vivir defendiendo los Derechos Humanos' en la Universidad de La Rioja'. Allí, este activista, premio Sájarov del Parlamento Europeo (máximo homenaje de la UE por la defensa de los derechos humanos), ofreció a los estudiantes su visión del mundo.

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- Ayer tuvo una charla con jóvenes de apenas 20 años. A esa edad usted ya había fundado su ONG y ya había protestado contra el régimen de su país. ¿Qué le hizo dar esos pasos tan joven?

- Mi generación empezó a tomar conciencia social cuando en Venezuela se instaló un régimen militarista y, en mi primer año en la universidad, Chávez decide cerrar Radio Caracas Televisión, el principal medio de comunicación, e ir contra la libertad en las universidades. Eso generó una reacción espontánea de muchos de nosotros y así se empezó a llenar un vacío de resistencia contra la dictadura. Sufrimos represión y persecución desde el primer momento, pero rápidamente tomé conciencia de que la causa de los presos políticos era fundamental.

- Pero esa represión de la que habla no les echó atrás.

- Teníamos tres opciones: irnos del país y abandonar todo; ser parte de esa fuerza política que empezaba a destruir las instituciones; o resistimos y hacerle frente a la dictadura. La mayoría eligió esta tercera opción.

«La causa de los derechos humanos es universal; no tiene límites geográficos»

- Elegir esa opción tuvo consecuencias. Usted, de hecho, estuvo preso cuatro años. ¿Esa privación de libertad es lo más duro que le ha tocado vivir?

- No sé si es lo más difícil que he vivido, no porque no sea horrible lo que se allí se ve, sino porque hay dolores fuera de ese lugar que también son profundos.

- Y después llega el destierro obligado. ¿Cómo afrontó tener que dejar su país?

- Que te echen de tu país es duro, yo no creo que se pueda explicar. Es algo que se tiene que vivir. No es lo mismo irse de un país por decisión propia a hacerlo por obligación. Durante mucho tiempo no lo he llevado mal, pero desde noviembre o diciembre del año pasado he extrañado mucho Venezuela y Latinoamérica. Ese sentimiento se acentúo en este último proceso electoral en mi país y es algo que comparto con muchos compañeros. Coincidimos en que nos hace falta nuestro país, nuestra sociedad. El exilio forzado es complicado, pero afortunadamente estoy en un lugar como España que es estar como en casa de tu abuela. Es una sociedad que, aunque es muy dura consigo misma, es muy noble y solidaria con los demás.

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«Confío en que Venezuela entre en un futuro en un nuevo y bonito capítulo»

- ¿Se puede seguir defendiendo aquello en lo que cree a miles de kilómetros de distancia?

- Por supuesto. Uno cree en la dignidad del hombre y eso no tiene nacionalidad ni límites geográficos. El humano es humano, sin importar su procedencia ni su color. La causa de los derechos humanos es universal y puedes estar en el centro de Caracas y no hacer nada y estar en Dubai y hacer algo por la gente que está en Caracas. Las dictaduras solo se pueden sostener si también una parte de la comunidad internacional las sostienen y hay mucho por hacer en ese ámbito.

- ¿Cree que en España somos realmente conscientes de cómo es la vida en Venezuela?

- Hay una buena parte de la sociedad que está informada, pero la información, de una u otra manera, siempre nos llega a través de unos prismas. Creo que hace falta generar más conciencia de que luchar por lo que pasa en Venezuela o en otros países es también luchar por ti mismo. A los jóvenes les diría que reflexionen sobre lo que tienen y que Venezuela puede servir como ejemplo de cómo se puede revertir un estado de bienestar. Mis papás vivieron en una Venezuela democrática, pujante y con calidad de vida en muchos sentidos y se confiaron, creyeron quizás que eso era irreversible, y fíjense lo difícil que ha sido para nosotros echar para atrás el avance de una dictadura.

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- ¿Es optimista sobre el futuro de su país y cree que algún día podrá regresar?

- Yo quiero creer que sí voy a regresar. Lo deseo, aunque trató de no pensarlo demasiado por salud: si algo caracteriza a la causa venezolana es ser un carrusel de frustraciones. Aun así, debo ser optimista, y lo soy por los jóvenes, por el futuro que se está generando en muchas universidades. Dentro de todo lo malo que ha traído esta situación, lo positivo son los lazos que los venezolanos hemos establecido con el resto de Latinoamérica y con España. Confío en que Venezuela entre en un futuro no muy lejano en un nuevo capítulo. Y creo que será bonito.

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