LAURA GARCÍA
Lunes, 5 de septiembre 2022, 02:00
Las lechugas también sufren» o «vas a estar desnutrida» son algunos de los comentarios a los que, como mínimo, se han tenido que enfrentar tanto Eiden Díaz como Andrea Echazarreta el día que decidieron seguir un tipo de alimentación en concreto: el veganismo.
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«Llegué ... a un punto en mi vida donde empecé a hacerme preguntas, entre ellas la ética en el consumo de animales y en la industria ganadera», confiesa Eiden. Sin embargo, pese a que Andrea comenzara de la misma forma, subraya que «la decisión no fue fácil» ya que, sobre todo, «es algo que te limita mucho a la hora de relacionarte con la gente».
Pero es justamente esa dificultad en el ámbito social lo que en La Rioja pasa a un segundo plano gracias a establecimientos veganos como el bar de tapas 'El Arao', en la calle San Agustín; el bar restaurante 'Sol Veggie', en Menéndez Pelayo; y 'El Molino del Corregidor', una casa rural en San Román de Cameros que incluye un menú de 15 euros con plato combinado, bebida y postre.
Eiden Díaz | Vegano
Para Jorge Alonso, de 'Sol Veggie', la innovación fue un factor fundamental a la hora de decantarse por abrir un local con estas características. «Mientras que en la cocina tradicional estaba todo muy escrito, el veganismo estaba por pintar, en blanco», destaca. Fue en ese preciso momento cuando dijo: «Voy a crear eso que quiero y tengo pista libre por delante para hacerlo».
Andrea Echazarreta | Vegana
En cambio, para Sara Ramírez, de 'El Molino del Corregidor' y descendiente del valle camerano, convertir la casa rural del pueblo en «un sitio donde ir y poder estar tranquilo sabiendo que tu comida no va a llevar nada de origen animal» fue una oportunidad para «volver a mis raíces y empezar de nuevo con un proyecto completamente diferente». Tal y como ella expone: «Una forma de ver el futuro dentro de la sierra de Cameros».
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Aunque muchos aspectos de la hostelería no den pie a opciones veganas, Andrea recalca que «cada vez son más las instalaciones que se abren al veganismo», algo que, según Eiden, «es necesario para que podamos comer fuera y, además, demos la oportunidad a aquellos que no sean veganos de probar nuestra comida». Un tipo de alimentación que, para muchos, «sale más cara».
Alonso reconoce que los precios son «complicados». «El producto ecológico es bastante más caro», asegura. Algo que, sin embargo, no repercute directamente. «Si no tendríamos unos precios mucho más elevados que los de la competencia», asegura. Por el contrario, Ramírez apunta que esta cuestión sale «económica» ya que cada vez los productos veganos «están más demandados».
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