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Los romeros cruzan bajo los arcos del monasterio. JPEG Estudio

Valvanera acoge una romería de superación

Casi trescientas personas finalizan la Valvanera Camina después de 63 kilómetros de emoción, compañerismo y desafío

Sergio Martínez

Logroño

Domingo, 25 de junio 2023, 13:28

Las primeras luces del domingo acompañaban a los romeros que culminaban la temida subida al monasterio de Valvanera, ese punto de no retorno, el más difícil todavía, donde el cuerpo juega contra la mente. Porque la Valvanera Camina traza una ruta de superación que culminaban ... 288 de los 407 peregrinos que partieron de Logroño doce horas antes, cada uno con sus peculiaridades, con una aventura que contar, con un motivo que les empujaba.

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La Valvanera Camina deja estampas bien diferentes de su salida a su llegada. De la multitud, agrupada, llena de rostros risueños y piernas frescas, al goteo que alcanza el monasterio, agotado y mermado, pero también emocionado. De sol a sol, 63 kilómetros en los que la noche recoge compañerismo, motivación, desafío, cansancio, superación... Muchos motivos para ir más allá, para aguantar hasta la siguiente parada, hasta la meta. Lograron llegar a Valvanera 288 romeros, pero los que quedaron en el camino no pierden su mérito. Todos lograron el reto.

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Uno de los que mejor lo ilustra es un niño de 10 años, que tiró de su padre para alcanzar Anguiano. O el último en llegar a Valvanera, en torno a las 10.30 horas, que lo hizo ovacionado por los presentes y llorando junto a su acompañante del coche escoba. Romeros de más de 70 años que culminaron su peregrinar junto a jóvenes de 15 años; pueblos que acogieron la ríada e incluso permitieron a algún 'marchoso' darse un baile en la verbena de fiestas; una pareja que salió y llegó cogida de la mano; colaboradores en todos los puntos del recorrido que apoyaron y cuidaron... Cientos de historias.

Entre ellas, la de Ana Menéndez, que se estrenaba en la marcha junto a Romina Mendaza, ya experimentada, y Javier Triviño, otro novel. «Llegar al monasterio ha sido una de las cosas más impresionantes que hemos vivido los tres», relataba después de un trayecto «con ratos de silencio, introspección... y muchos altibajos, pasando de la felicidad delirante a momentos en los no había sentido del humor del que tirar». La caída de la noche, entre Navarrete y Nájera, y la subida a Valvanera, fueron para ellos lo más duro. «Lo importante, además del buen estado físico, es tener determinación y motivación por algo que te ayude a tirar para adelante, que en mi caso, era la superación y la fe», concluye.

En el monasterio, la imagen de la Virgen de Valvanera recibía a aquellos que desde las 7 de la mañana alcanzaron el objetivo final. Reto conseguido, con un chorizo escaldado, un caldo y un vino para celebrar. Y un respiro merecido. Fuera zapatos y a dejarse llevar por un sentimiento único en cada romero pero igualmente compartido.

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