C. N.
LOGROÑO.
Jueves, 29 de junio 2023, 21:17
El caso Entrena ha sido, en cierto sentido, inédito en La Rioja. Es el primero en esta comunidad en el que se ha sentado en el banquillo de los acusados a una persona imputada por un asesinato en el que el cuerpo continúa sin ... aparecer. Precisamente esta circunstancia dio pie, el primer día de juicio, a alegatos cruzados entre la defensa y las acusaciones. Los segundos recordaban el caso de Marta del Castillo, también sin cuerpo, que acabó en la condena de los autores del asesinato, y el primero se refería al crimen de Cuenca, el de la muerte que nunca lo fue. Dieciséis años después de su desaparición, el finado resultó estar vivo, los supuestos autores fueron torturados, cumplieron condena de cárcel y sus familias quedaron destrozadas.
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Ese primer día de juicio también fue el turno del acusado, el de su declaración. Entonces se desveló su versión, la que mantuvo hasta el último día de vista oral. Se declaró víctima de un «montaje» urdido por la víctima y su pareja. «Les está saliendo muy bien y el perjudicado soy yo», manifestó. Ambos le habrían robado una valiosa colección de monedas y billetes que, según las acusaciones, fue el móvil del asesinato.
El procesado mantuvo su versión hasta el final. En su última réplica ante los miembros del jurado insistió en su inocencia y en que Javier está vivo: «donde están las monedas está él». Su abogado abundó en esta tesis: «¿Por qué no puede estar disfrutando Ovejas de las monedas en Panamá?», dijo.
En las cinco jornadas de juicio también fueron relevantes las declaraciones de varios vecinos del acusado que esa noche escucharon disparos, golpes y gritos «desgarradores» que salían del patio del domicilio de Óscar Pastor. «Escuchamos socorro, socorro, un tiro, vimos una sombra, oímos un golpe de chapa y me pareció ver que agarraban algo grande, lo metían a una furgoneta con las luces apagadas y salían a la calle», relató un testigo que dijo conocer el sonido de las balas porque en su país eran el pan de cada día.
El teniente de la Guardia Civil, jefe de la investigación del crimen de Entrena, fue muy gráfico al detallar cada movimiento del acusado en las horas previas y posteriores al crimen. Respecto del móvil del asesinato concluyó que fueron las monedas, pero el detonantes fue otro: «el atrevimiento de la víctima, un delincuente novato, de entrar en el domicilio de Óscar Pastor», un hombre, por cierto, al que, según dijo, muchos temían en el pueblo.
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Lo que hizo el acusado aquella misma noche y los días posteriores al suceso fue, según dijo, una trama para tener una coartada que impidiera su incriminación. Se refería el testigo a las llamadas que hizo para que alguien le llevara a Logroño a tratar de arrancar un vehículo que tenía averiado en las proximidades del centro comercial Berceo.
Declaraciones a las que se sumaron los casquillos encontrados en el patio, las muestras de sangre y de adn de la víctima y de los restos del móvil de Ovejas encontrados en una acequia. Indicios de peso sobre los que se ha sostenido un juicio, por primera vez, sin cuerpo.
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