Un tweet del ajedrecista Kasparov entusiasma al bar logroñés 'Santana'

«Esto es un bombazo», comenta entusiasmado a sus clientes. Para el recientemente proclamado campeón de partidas rápidas de ajedrez de La Rioja —por no mencionar los otros 14 títulos que tiene— es todo un placer que un ajedrecista como Kasparov se haya tomado la molestia de contestar a su tweet. A través de la red social, Millán le preguntaba si era de su agrado el bocata que lleva su nombre en su establecimiento. Un bocata de jamón ibérico, mayonesa, queso roquefort y anchoas. Y esta fue la respuesta del campeón del mundo de ajedrez.

«El poder de las redes sociales es increíble. Puede llegar a cambiarte la vida», comenta Somalo. A él no se la ha cambiado el tweet, se la cambió el ajedrez, pero que Garry le haya contestado trae a su humilde cafetería una gran repercusión. «Y eso que el ajedrez es un deporte minoritario, que si llega a tratarse de un futbolista aquí vendría todo el mundo a probar su bocadillo», añade.

El propietario del sitio lleva desde los 14 años sumergido en el mundo de los reyes, damas, jaques y mates. Para Millán el ajedrez es «un deporte muy sano que todo niño debería practicar». Por eso él hace todo lo que está en su mano para darle repercusión e incentivarlo. Ofrece simultáneas gratuitas los domingos en la terraza de su cafetería, da clases a chavales para que aprendan, sintoniza en la televisión de su bar los torneos... Siempre intenta impulsar el ajedrez sin ningún tipo de ánimo de lucro.

«Yo era un niño muy rebelde, muy movido, era hiperactivo y cuando descubrí el ajedrez mi vida cambió», «comencé a concentrarme, a ser más tranquilo», explica Somalo. Son varios los beneficios de realizar este deporte. Según cuenta, «hay muchos estudios que revelan que previene el alzhéimer y otras demencias seniles» al convertirse en un entrenamiento cognitivo para frenar el envejecimiento cerebral.

Desde que abrió su cafetería de la calle chile no ha podido dedicarle tanto tiempo a su gran hobby, el mismo que en un pasado llegó a ser su profesión. «Era muy difícil vivir del ajedrez así que monté el negocio para poder seguir adelante», confiesa.

Muchos de sus clientes también son aficionados y pasan por el bar para echar unas partidas. «Incluso viene gente de Madrid cuando saben que hay torneos. Mueve a muchas personas», dice Millán. La cafetería Santana, de la que es propietario desde el pasado mes de junio, se ha convertido a su vez en un centro social donde la gente disfruta cavilando los próximos movimientos en el tablero.

La gran pasión de Millán Somalo por este deporte ha conseguido que su bar sea conocido entre los seguidores de este popular pasatiempos y, a pesar de aventurarse a emprender su negocio en la pandemia, ha conseguido salir a flote aunando la hostelería y el ajedrez.