A veces hay que volver al cine de la transición para darse cuenta de que muchas cosas han mejorado y otras no tanto. En 1969, Eugenio Martín dirigió la película 'La vida sigue igual', protagonizada por Julio Iglesias y Andrés Pajares. El largometraje, que ... tuvo mucho éxito en su momento, narraba los primeros años de la carrera musical de Iglesias, joven portero de la cantera del Real Madrid cuyo futuro deportivo quedó truncado por un accidente de tráfico. En un momento dado, Julio coge un Mini, empieza a correr de lo lindo y Pajares, angustiado, le pregunta: «¿Pero dónde vas? ¿A Logroño?» Logroño era, en aquel cine, la metáfora de lo remoto.
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Casi todo ha cambiado desde entonces: España entró en la Unión Europea, Iglesias acaba de cumplir 80 años y Pajares incluso ganó un Goya. Sin embargo, Logroño sigue estando lejos de Madrid. Mucho más lejos de lo que uno supondría mirando el mapa, como comprueban a diario –con gesto de incredulidad– conferenciantes, actores, deportistas y políticos que vienen de fuera. Julio tenía razón: la vida sigue igual.
A Madrid solo hay una conexión directa por ferrocarril desde la capital riojana: un Alvia que sale de Logroño a las 7.30 horas y llega a la estación de Atocha un minuto antes de las once la mañana. Las otras cuatro posibilidades que ofrece Renfe requieren trasbordo en Castejón o en Zaragoza. Para la vuelta, el único tren directo sale de Madrid a las seis de la tarde. Por avión, entre tanto, solo hay un vuelo azaroso, con cierta inclinación a sufrir incidentes y a acabar aterrizando en Pamplona. La mejor opción es, de nuevo, echarse a la carretera, aunque tampoco es un recorrido sencillo: por Soria hay que subir hasta el túnel de Piqueras y por Burgos esperan las cuestas de La Pedraja, saturadas de camiones, o un rodeo por Haro.
«A esto nos referimos cuando hablamos de la insularización de La Rioja», señala Daniel Osés, consejero de Infraestructuras. La alta velocidad sigue en un horizonte brumoso, pero hay peticiones más modestas que la comunidad autónoma espera conseguir: la OSP (obligación de servicio público) para el vuelo Agoncillo-Madrid, lo que al menos garantizará su continuidad, y el aumento de las frecuencias ferroviarias directas con la capital de España.
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