Amanece en el seno del parque natural Sierra de Cebollera y automáticamente se da la salida de la XXIX Marcha Hoyos de Iregua. Tras cruzar el puente de piedra sobre el río y callejear por vías sobre las que se erigen preciosas casas de indianos, pronto el recorrido pone a los 400 senderistas en fila india rumbo a la ermita de San Pedro. Durante los primeros kilómetros el trazado es, aunque estrecho y pedregoso, favorable, en paralelo al río Mayor. Después se iniciará el único ascenso, tras Montenegro de Cameros, hasta coronar el Berezales (1.790 metros), para, a continuación, regresar bajando a Villoslada por la misma senda de los primeros metros a partir de la desembocadura del río Viciercas.
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En total, 30 kilómetros sumergidos en un paisaje que tardíamente empieza a ser otoñal, con los cencerros del ganado siempre como sinfonía de fondo, a veces con una bandada de buitres sobrevolando un collado, setas y boñigas a pie de camino, algún arroyo que sortear y una constante amenaza de lluvia que no se produce finalmente La organización, la Fundación Caja Rioja con la ayuda de la Sociedad de Montaña Sherpa, solo destaca como incidencia en la jornada una lipotimia leve.
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Diego Marín A.
El logroñés Ignacio Amigo y un amigo acuden todos los años. «Somos montañeros, nos gusta el senderismo y siempre hacemos la marcha de Ezcaray y esta. Este año el recorrido es más suave, otros años son más fuertes, aunque yo este año he venido muy bajo de forma, pero el caso es seguir con la línea», explicaba Ignacio antes de iniciar la marcha, todavía de noche.
Ernesto y Juan son vascos de Bilbao y Mondragón, aunque veraneantes en Tirgo y Casalarreina, y llevan seis años participando. «Es dura y bonita. Conocemos alguna parte porque como cada cierto tiempo se repite más o menos el recorrido...», reconocieron estos amigos ya ansiosos por empezar a andar. De Ribafrecha acudieron en grupo Raúl, Luis, Roberto, Eugenio y Francisco. «Solemos venir porque nos gustan las marchas. El paisaje está de cine, luego comemos bien... Se pasa un día bonito», explicaba uno. «¡Y te dan un bocadillito de lomo! Luego una cervecita fresquita...», apuntó rápido otro, como para que nadie se olvide de lo importante, y ya todos rompieron a reír. El buen humor reinaba en la cuadrilla, que aseguró estar entrenada. «Solemos andar habitualmente, ya ves qué tipos tenemos», aseveró el primero. ¿Cuentan chistes? «Más que nada, alguna mentirijilla. Ya sabes: esto lo hice yo una vez en 3 horas. Si voy solo yo bajo de 3 horas», confesó el segundo mientras los demás se desternillaban. Y es que el tiempo medio para acabar la marcha ronda las 5-6 horas.
La logroñesa Begoña Fernández acude desde la primera edición con sus amigos Ana, Nacho y Chuby porque fue en plena Sierra de Cebollera, en el área recreativa La Blanca, donde se conocieron cuando tenían 15 años durante unas convivencias de parroquia. Y allí recuerdan a una amiga fallecida, Macarena, así que Hoyos de Iregua es también un homenaje a ella. «Yo creo que ya hemos hecho este recorrido, pero es muy chulo. Andamos mucho por el monte y no nos costará mucho, aunque a partir del kilómetro 20 ya es más duro», preveía Begoña al inicio. Con la charla, pasa desapercibido un cadáver de cérvido consumido por los buitres a pie de senda. Una senda abrupta, que parece abierta por el ganado. «La llevamos haciendo casi treinta años y esta fue la primera que se hacía. Entonces no tenías para elegir y ahora ya hay tres o cuatro parecidas. Y la organización es una pasada, está muy bien», destacaba Begoña.
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Fiel a la cita acudió Goyo Ascacíbar, veterano montañero riojano de 79 años, que ha completado la marcha muchas veces corriendo, aunque en los últimos años ya andando. Habitualmente participa acompañado de un familiar, como su nieta, pero como está de prácticas en Italia ayer acudió en solitario. Calcula que habrá completado una veintena de ediciones de la Macha Hoyos de Iregua. «Cuando podía correr me gustaba ir corriendo, pero ahora las rodillas ya no me dejan y voy andando», explicaba Ascacíbar, que el día anterior completó la marcha de Arnedillo (15 kilómetros) y solo durante octubre está apuntado a siete eventos senderistas. «Este año el recorrido es un poco 'light', con menos desnivel que otros años y el terreno más cómodo», exponía antes de empezar a andar.
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