José Antonio Herce anima a proteger las futuras jubilaciones públicas con planes de pensiones privados, dado que la Seguridad Social cada vez está sometida a «una mayor presión financiera» y la «enorme» tasa de reposición (el porcentaje del salario sobre el que se establece la ... cuantía de la pensión) será muy inferior en el futuro al 80% actual. Lo contrario, juzga el experto calagurritano, es «hacernos trampas en el solitario».
-¿Es necesario preparar la jubilación a través de instrumentos privados de previsión? Quien pueda hacerlo... claro.
-Es verdad que las cotizaciones a la Seguridad Social son muy elevadas y que apenas dejan margen para constituir soluciones complementarias que nos ayudarían a obtener unos recursos adicionales a los de la pensión pública. Y este el drama, porque la Seguridad Social afronta cada vez una situación de mayor presión financiera. Generar ahorro adicional es complicado, pero lo cierto es que los españoles ahorran de una manera un tanto 'castiza': en ladrillos. Es decir, no es que se ahorre poco, es que se ahorra mal y no estamos en condiciones de generar alternativas complementarias a las pensiones públicas. La Seguridad Social va a seguir pagando pensiones de forma indefinida, quizás no las que nos gustaría recibir. Entonces, o hacemos un giro radical en el planteamiento que tenemos de nuestros sistemas complementarios, o nos llevaremos la desagradable sorpresa de que la pensión pública será crecientemente insuficiente para vidas más largas.
«Ahorramos, y no poco precisamente, pero lo hacemos mal: en ladrillos»
«Recortarlo o eliminarlo son una confiscación y un sinsentido inaceptables»
«La Seguridad Social seguirá pagándolas pero no sobre el 80% del salario»
-¿Qué se está haciendo en otros países avanzados?
-Las empresas están casi obligadas a proporcionar a sus trabajadores planes complementarios de pensiones financiados con cotizaciones de empleados y de empleadores. Y los autónomos casi también tienen la obligación de afiliarse a un plan paraguas donde varios quedan encuadrados debidamente. No es un imperativo de por vida, pero sólo nueve de cada cien personas los dejan. El resto se queda y al final se lleva la sorpresa de haber acumulado un capital. En España, en particular en el País Vasco, tenemos casos muy, muy elocuentes: mutualidades modélicas, algunas muy potentes con docenas de miles de trabajadores afiliados que tienen acumulados alrededor de 150.000 euros en sus cuentas individuales de jubilación, lo que no ha sucedido en el resto del país.
-¿Y cuáles son las razones de que este modelo no se haya generalizado en otras comunidades? ¿Quizás el tratamiento fiscal de estos instrumentos de previsión?
-Desgraciadamente toda la atención de estos planes ha desembocado en la idea del tratamiento fiscal y, ciertamente, en el pasado ha sido así. Si algunas empresas, trabajadores o personas individuales los han suscrito ha sido por el tratamiento fiscal atractivo. Pero con él no se está haciendo un regalo. Es un diferimiento obligado porque no se puede someter la renta a fiscalización antes y después de la jubilación. Eso sería confiscatorio e inaceptable. Así que los enemigos de la fiscalidad de los planes de pensiones deben pensárselo dos veces porque están incurriendo en un sinsentido cuando piden que se elimine o que se recorte. Yo reivindico el mismo trato fiscal, ni mejor ni peor, para los planes complementarios, no digamos los de empresa, que para las cotizaciones a las pensiones de la Seguridad Social. En todo el mundo se hace así. Tenemos una grave confusión con esto de la fiscalidad, porque de lo que se trata es de ahorrar, no de ordeñar el aparato fiscal para generar unos recursos adicionales. Se trata de ahorrar a largo plazo para la jubilación y es mejor que el tratamiento fiscal favorable intervenga durante el periodo de acumulación, porque lo que la fiscalidad permite ahorrar adicionalmente añade potencia al mecanismo de acumulación y al bienestar de los trabajadores a largo plazo.
Cambio de cultura «radical»
-¿Cuál es su recomendación, sobre todo de cara al fin de año?
-Los incentivos que los bancos o las entidades promotoras aportan en estas últimas semanas del año consisten en mover los recursos de un plan a otro. Y eso es malo para todos. Excepto el día anterior a la jubilación, obviamente, cualquier momento del año o de la vida laboral es bueno para contratar estos instrumentos. Hay que cambiar de cultura radicalmente. Carece de sentido, de verdad, con los mercados tan ridículos y tan raquíticos que tenemos, con los escasos márgenes que generan, a pesar de algunos casos en los que las comisiones son elevadas. Yo me daría un respiro y trataría de reflexionar a fondo, como una cuestión de Estado, hacia dónde queremos que vaya la previsión social complementaria en nuestro país. Porque, en mi opinión, hay que admitir que treinta años después de su implantación no ha funcionado.
-¿Y por qué no lo ha conseguido? ¿Por ahorrar en 'ladrillo'?
-No sólo. La segunda razón es que la Seguridad Social española reemplaza la primera pensión que uno cobra con el 80%, o más incluso, del último salario antes de la jubilación. Somos uno de los pocos países que lo sigue haciendo. Se trata, evidentemente de una tasa de sustitución enorme que, ni mucho menos, está garantizada en el futuro. Así que mucha gente cree que con eso ya le va a valer para toda la jubilación y para qué preocuparse por ahorrar adicionalmente. Ahorremos en forma de ladrillos y ya veremos. En los países a los que nos queremos parecer, caso de Alemania, Holanda, Suecia, etcétera, la Seguridad Social sólo reemplaza entre el 40% y el 50% del último salario. A cambio de eso, sí actualizar las pensiones con el IPC.
-Pero en esos países las cotizaciones sociales serán más bajas...
-Claro que sí. Aquí pagamos el 28,3% para la pensión de jubilación y afines.
-Y la tendencia, según diversos estudios, es que la Seguridad Social se encamina hacia ratios de sustitución del 40-50%.
-Así es. Con lo cual, si ahora revertimos reformas y postergamos el factor de sostenibilidad 'sine die', vamos a defender panza arriba una tasa del 80% que nunca podremos cobrar. Eso enfangará la economía y el ahorro, y llevará a situaciones muy desagradables a muchas personas que no habrán tenido el margen necesario para prepararse para ese futuro. Estamos haciéndonos trampas en el solitario.