
Trague y mastique
CRÓNICAS VENENOSAS ·
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CRÓNICAS VENENOSAS ·
«Establecemos reglas para los demás y excepciones para nosotros» | F. de la RochefoucauldLa ventaja de cambiar a todo correr las reglas del Parlamento es que a nadie le importan demasiado. Son cuestiones administrativas, engorrosas, laberínticas, que ... exigen horas de lectura detenida. No hay nada sexy en modificar un Reglamento.
El PSOE ha decidido quitarle de un plumazo las competencias a la Junta de Portavoces para dejarla como un organismo decorativo, una lámpara de araña de la democracia representativa. Esto no es, en efecto, Shakira contra Piqué. En el PP, solo Carlos Cuevas, esforzado rapsoda, parece en condiciones de rapear si Bizarrap le pone una base musical, aunque me temo que no hasta el punto de petarlo en las radiofórmulas. Y, sin embargo, aunque esto sea más aburrido que un documental de sobremesa sobre ñus, hay que intentar explicarlo.
Raquel Romero también está en el origen de este embrollo. Raquel se ha convertido en el agujero negro de la política riojana; su fuerza de gravedad es tan poderosa que todo lo que la roza, siquiera ligeramente, acaba precipitándose por una sima de energía oscura. Cuando Podemos la expulsó y la consejera de Igualdad se convirtió en tránsfuga, su compañera/enemiga Henar Moreno (IU) solicitó su destierro del Grupo Mixto. Pese a la negativa del PSOE, Romero acabó proscrita, flotando en el éter parlamentario como un electrón libre.
Esta maniobra hizo que la coalición gubernamental perdiera de golpe su mayoría en la Junta de Portavoces. En la Junta, cada portavoz tiene tantos votos como diputados integran su grupo. El PSOE (15), PP (12) y Ciudadanos (4) siguieron como estaban, pero el grupo mixto perdió a Raquel Romero y se quedó con uno. Desde entonces, en la Junta de Portavoces se produce un empate entre bloques: PSOE y Grupo Mixto (IU) pesan tanto como PP y Ciudadanos. La diputada tránsfuga, formalmente «no adscrita», ha sido eliminada de la ecuación.
El resultado ha sido el previsible: las iniciativas del Gobierno, que quería convertir los plenos de aquí a las elecciones en un maratón legislativo, empezaron a tropezar con las reticencias de la oposición, que se relamía con la insólita capacidad de bloqueo o de negociación –según como se mire– que sus adversarios le acababan de regalar. No hubo plenos en diciembre.
La solución a sus frustraciones la encontró el PSOE el pasado miércoles: cortar por lo sano. Andreu debió pensar que si la Junta de Portavoces se le había puesto farruca, la mejor solución era eliminarla y a otra cosa. Eso hizo. Con sus votos, el de IU y el de la impar Romero, el Parlamento aprobó modificar su propio Reglamento para castrar a la Junta de Portavoces y convertirla en un animalillo juguetón pero inofensivo. Ahora solo es la Mesa del Parlamento –en donde la coalición gubernamental sí tiene mayoría– la que decide cuándo se hacen los plenos y qué orden del día tienen.
En la próxima sesión, tal vez sienta Andreu la tentación de subir al estrado a lo Shakira y espetarle a la oposición: «Mastique y trague/trague y mastique». Habrá gente que se eche unas risas. A mí, en cambio, la estrategia de Andreu me recordó mucho a la de Pedro Sanz, que en 2001 también cambió las reglas del Parlamento para dejar al PR sin grupo parlamentario a mitad de legislatura. Al PSOE de entonces, aquello le pareció un rodillo, un abuso, un atropello inadmisible.
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