Secciones
Servicios
Destacamos
Se miran con orgullo, se abrazan, se besan... Es amor maternofilial, como si el cordón umbilical, seccionado hace ya 13 años, permaneciese intacto. Ella, Mónica Galilea, lo trajo al mundo, pero él, Alejandro López de Murillas Galilea, apenas un adolescente, le ha dado la vida, ... literalmente, y en dos ocasiones.
El caso no se ha olvidado todavía en el SOS Rioja, como lo recordaban hace unos días algunos de los profesionales que acudieron al CEIP Varia, en el barrio logroñés de Varea, para impartir a los alumnos el curso 'El 112 en las Escuelas', un proyecto educativo de fomento de la prevención.
Alejandro también fue formado en su día en su colegio, Maristas, y supo aprovechar las clases para salvar la vida de su madre, a la que ya había librado del riesgo de un coma letal cuando tan solo contaba con tres años de edad, tal como ambos protagonistas ha relatado a Diario LA RIOJA.
Alejandro es tímido y le cuesta soltarse. Su mirada, en los primeros instantes, no se aparta de la cámara y de la grabadora. Así que se arranca su madre. Mónica es diabética y una brusca bajada de azúcar hace una década estuvo a punto de resultar fatal. «Él solo tenía entonces tres años y como no me despertaba llamó por teléfono a mi madre, que fue la que se encargó de telefonear al 112 y a la otra abuela para que vinieran rápidos. Todo se solucionó gracias a él, me salvó la vida», asevera con un abrazo, el primero de varios a lo largo de la breve entrevista, a su hijo.
Alejandro coge confianza y relata su versión, construida a base de algún leve recuerdo y de lo que le han contado. «Sí, yo era muy pequeño y creo que entonces me puse muy nervioso, así que mientras esperaba a que viniesen a atender a mi madre estuve viendo la tele para relajarme un poco».
Años después, ya en el colegio Maristas, Alejandro, como el resto de sus compañeros de Primaria, participó en el proyecto 'El 112 en las Escuelas que impulsa la Consejería de Salud y Políticas Sociales, a través de la Subdirección General de Emergencias y Protección Civil. «Vinieron a darnos un curso que consistía en que siempre que hubiese algún problema sobre enfermedad, accidente o algo malo llamemos a un número recomendado, que era el 112. Nos estuvieron explicando cómo funcionaba, para qué servía y cómo nos podía ayudar. Nos pusieron también algunos vídeos de ejemplos de accidentes y enfermedades», recuerda el adolescente, a quien hace cuatro años, en plena pandemia y aún en la niñez, el destino le sometió a un nuevo examen de responsabilidad.
«Era el año 2020, estábamos los dos solos en casa, porque mi marido estaba trabajando y tenía una reunión. Me miré el azúcar, me pinché, comimos y me eché un ratito en el sofá, pero me quedé tan sumamente dormida que me dio una bajada de azúcar y no me enteré de nada», recuerda Mónica antes de ceder el protagonismo a su hijo. «Yo estaba haciendo unos deberes que me habían mandado y al terminar cogí el móvil y me puse a mirar YouTube y cosas así. Como mi madre me dijo que la despertara a una hora, fui pero no me respondía. La estuve llamando varias veces, pero no contestaba y me empecé a preocupar», explica el menor, seguro ya de que tenía que telefonear al 112. «Como soy un poco nervioso y temía no saber responder a las preguntas de los médicos, primero llamé a mi abuela, que me dijo que ella llamaba a la ambulancia y que mientras le pusiera a mi madre un trapo húmedo en la frente y que le echara un poquito de azúcar en la boca y así lo hice», prosigue su relato Alejandro. «Me quedé con mi madre al lado viendo la tele para tranquilizarme y esperando a que me llamara el 112. Telefonearon enseguida y les di la ubicación y me pidieron que le abriese la puerta en cuanto llegaran. Mientras mi padre y mi abuela estaban ya en camino para venir a casa», explica para añadir, medio avergonzado, «creo recordar que se solucionó todo y se marcharon». El remate de su hijo saca una carcajada maternal. «Jajajaja, si no se hubiera solucionado yo no estaría aquí, pero claro él no se acuerda bien porque tenía 10 años», resume Mónica, que es consciente de que sigue en este mundo por su hijo: «A mi los del 112 que vinieron a atenderme me dijeron directamente, sin dudas, que mi hijo me había salvado la vida las dos veces. En esos casos de bajada de azúcar, mucho más peligrosas que una subida, porque esta va poco a poco, puedes entrar en coma. Yo llevo sensores de glucosa, pero ese día no funcionó. Menos mal que tenía a mi lado a mi otro sensor, a mi ángel de la guarda», asegura la mujer orgullosa, para añadir, con un beso a su hijo, que «aunque en los últimos cuatro años no me ha vuelto a pasar y esperemos que no ocurra, sé que si se da el caso, él volvería a salvarme».
Impregnados de la cultura preventiva desde el pupitre. Casi 700 alumnos riojanos de entre 2º y 6º de Educación Primaria, escolares de entre 7 y 12 años, participan cada año en el proyecto educativo 'El 112 en las Escuelas', puesto en marcha por el Ejecutivo regional en 2017.
El programa, en el que los menores conocen qué es y cómo se usa el 112 (teléfono único de emergencias europeo), aprendan a identificar las principales situaciones de riesgo en la vida cotidiana y cómo actuar. Para ello, en talleres de dos horas de duración, además de las explicaciones teóricas, se les asigna los distintos roles de las personas que intervienen en una emergencia: médico, bombero, policía, la persona que llama al 112... De esta forma, se simula una situación de riesgo como un incendio, un accidente de tráfico, la caída de un tejado o una enfermedad, entre otras.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Carnero a Puente: «Antes atascaba Valladolid y ahora retrasa trenes y pierde vuelos»
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.