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Logroño fue, una vez más, el mayor escenario de contraste. El mundo agrario y rural clamó en la ciudad en una marcha lenta que se sintió prácticamente en todos los puntos de la capital, desde los bloqueos de primera hora de la mañana en ... algunos accesos a las retenciones en sus arterias principales como Vara de Rey, Chile y Gran Vía.
Quedaban aún un par de horas para que el sol saliese cuando los tractores empezaban a marcar el paso en Logroño. Quien madrugaba se encontraba al asomarse por la ventana o, en el peor de los casos, al coger el coche, con unos inquilinos poco habituales en las calles de la capital. La rotonda de Las Gaunas, entre avenida de Madrid y Lope de Vega, se convertía en uno de los principales tapones, que se replicaban en los accesos desde Oyón o en los alrededores de Merca Rioja. Muchos llegaron tarde al trabajo o a los centros escolares, donde el inicio de las clases tuvo que ser retrasado a la espera que todos los alumnos y profesores llegasen, especialmente en colegios de la periferia y Lardero. Algunos autobuses permanecían fuera de servicio o dejando a sus pasajeros donde podían.
Poco a poco, los tractores derivaban sus rutas al centro de la ciudad, convirtiéndose desde las 9 de la mañana la Gran Vía en la principal 'ratonera'. Los agricultores iban y volvían en grupos pequeños, de diez a veinte vehículos, ocupando todos los carriles de circulación y diseminándose también por calles aledañas. El campo se volvía a sentir en la capital con lemas como 'Sin campo y ganadería la mesa está vacia' o 'Más soluciones, menos obligaciones'. Desde las aceras, algunos aplaudían a su paso, la mayoría, miraba con curiosidad.
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Tras un parón a la hora del almuerzo y el traslado de muchos de los tractores al Consejo Regulador, la movilización continuaba desde el mediodía siguiendo las mismas reglas: grupos pequeños y paso lento sin bloquear el tráfico. Los siguientes objetivos eran la Delegación y el Palacio del Gobierno de La Rioja, donde nadie les recibió, si bien entregaron el panfleto con sus demandas.
Víctor Álvarez
Viticultor de Fuenmayor
Adrián Blanco
Viticultor de San Asensio
Juan Carlos García
Viticultor de Cenicero
«Lo único que reivindicamos es poder vivir del campo como hicieron nuestros abuelos y padres, un trato justo para el sector», resumía Adrián Blanco, viticultor de San Asensio. Por su parte, Juan Carlos García, de Cenicero, se quejaba de «una Agenda 2030 que lo que se propone es desertizar España y que sea todo placas solares», subrayando además que «los que más protegemos el medio ambiente, los más ecológicos, somos los agricultores y ganaderos, solo queremos trabajar todos con las mismas normas, que no venga fruta de Marruecos o Sudáfrica sin los registros que se nos exigen a nosotros».
Y pese a que las horas pasaban, su voz se escuchó hasta bien entrada la tarde en la capital riojana. Esa voz atronadora, imposible de ignorar, molesta por la situación de un campo con muchos frentes abiertos.
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