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Cuarenta años después de ser intervenida por última vez, la torre del Monasterio de Yuso vuelve a pasar por el taller. Desde comienzos de esta semana, obreros de la empresa vallisoletana Cabero y su subcontrata, ISP, trabajan en cubrir de andamios esa zona del templo cristiano. Después, iniciarán un proceso de restauración que se alargará durante los próximos nueve meses. ¿Cuál es el objetivo? Primero, asegurar la infraestructura contra la humedad y, segundo, hacerla visitable en un futuro, que los turistas puedan subir hasta arriba.
Las obras han comenzado con varias semanas de retraso, por distintos factores. Primero, fueron las lluvias, luego, la falta de anchura de los caminos cercanos y, por último, la muerte de uno de los frailes agustinos-recoletos que viven en el interior. Aun con estas circunstancias, la reforma sigue su curso y estará lista para finales de año, si se cumplen los plazos y no hay más imprevistos. ¿Y en qué consiste? El proyecto técnico, de más de 650 páginas, fija objetivos claros.
Lo más prioritario es inyectar cal hidráulica en las paredes, que contienen dentro las reliquias de San Millán. Aunque desde fuera se vean bien, los muros están bastante afectados por el mayor enemigo del patrimonio: la humedad. «El paso cercano del río Cárdenas es el enemigo natural de Yuso, en el pasado ya provocó derrumbes de muros», explicaba hace unos meses Óscar Reinares, arquitecto patrimonial y redactor del proyecto, en una visita al monasterio emilianense.
Por ello, los obreros van a intentar extraer toda la humedad posible de las piedras que, una a una, forman el monasterio. Además, mediante la excavación de una franja en la zona oriental, será drenada, aparte de la de los muros, la humedad en el entorno de la antigua sacristía, y de las capillas parroquiales y de las reliquias. Todo este plan será ejecutado desde el exterior de la torre. Es por ello que los religiosos no verán afectado su día a día. «No nos están molestando para nada, como lo hacen todo por fuera... Eso sí, les veo que con la lluvia están teniendo algún problema con los camiones, que se atascan en el barro», cuenta José Ramón Pérez, el prior de la decena de frailes agustinos-recoletos que viven en el interior.
Con toda la estructura asegurada, llegará el turno de mejorar los accesos y embellecer el campanario de la torre, para impresionar a los turistas. Las planchas de plomo, piedras y maderas deterioradas serán sustituidas. Más adelante, serán restauradas las escaleras de acceso, los forjados, las campanas, el reloj y el chapitel (la punta de arriba, cuya armadura data del siglo XVII). Se desconoce cuántos obreros serán necesarios para este gran proyecto. «Un día puede haber cuatro y otro cuarenta, iremos viendo según las necesidades», cuentan desde la empresa adjudicataria, Cabero Edificaciones.
Lo que sí que se sabe con seguridad es el coste. La Consejería de Cultura del Gobierno de La Rioja, promotora de la restauración, licitó el contrato por 750.000 euros. A su vez, ese dinero procede de la Unión Europea, a través de los conocidos fondos 'Next Generation'. Cabe recordar que, en el año 2008, ya se intentaron llevar a cabo estas obras con fondos propios, pero el estallido de la crisis económica frenó en seco el proyecto. Diario LA RIOJA ha tenido acceso a la tabla de costes del proyecto actual, certificada en verano de 2024.
La carpintería de armar (236.131 euros) y la cantería (100.131) son los materiales que se llevarán la mayor parte. Entre los meses cuarto y sexto de la obra, será cuando los trabajos alcancen sus picos de intensidad, pues es cuando más costes están planeados. La empresa obtendrá un beneficio industrial aproximado de 31.000 euros. Dejando de lado los cálculos económicos, hay más planes para sacar el máximo rendimiento a Yuso.
De hecho, este sitio, patrimonio de la humanidad y cuna del castellano, tiene previsto albergar en el futuro una especie de museo de nuestro idioma. La idea de Cultura es aprovechar las estancias ubicadas debajo del campanario para instalar ese centro, que se contempla en otro proyecto distinto, más a largo plazo. Mientras tanto, su mellizo, el Monasterio de Suso, también está inmerso en obras de reforma. En su caso, de carácter de emergencia, durarán dos años y costarán 4,5 millones de euros. El objetivo es paliar la inestabilidad estructural, provocada, en gran parte, por la humedad del terreno.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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