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SERGIO MARTÍNEZ
Lunes, 9 de abril 2018, 23:53
En el año 2014, los hermanos Álvaro y Marcos Pérez Llanos pusieron en marcha un proyecto que desde un primer momento llamó la atención por su carácter innovador. Rioja Selecto se convertía en el primer invernadero de la región que utilizaba la técnica de la hidroponía, en la que la planta no requiere tierra sino cualquier superficie en la que fijarse, recibiendo los nutrientes y el agua directamente. Un método sorprendente que, además, contaba con el apoyo de las nuevas tecnologías aplicadas a la producción de sus tomates.
Un ordenador es el corazón de Rioja Selecto. Nada pasa en el invernadero sin que él lo sepa o lo controle. Desde cuestiones básicas como una variación en la temperatura hasta la maduración o salud de una planta, más específicas. Todo pasa por el ordenador, tal y como explica Marcos Pérez Llanos: «La tecnología es la base de todo el proyecto. Sin nuestros ordenadores y sensores sería imposible controlar un invernadero de estas características. Simplemente la apertura de las ventanas, que parece algo sencillo pero quizá haya que hacerlo decenas de veces en un día, manualmente no podría realizarse».
El invernadero cuenta en su interior con sensores a lo largo de su superficie que controlan la temperatura y la humedad, así como una sonda exterior que ofrece información del viento, la temperatura exterior, la radiación solar y la precipitaciones, y con la que controlan además «la apertura y cierre de la pantalla térmica y los riegos que se dan, cada ciertos vatios de radiación, recibiendo la planta sólo lo que necesita y permitiendo un aprovechamiento del agua máximo», apunta Marcos Pérez Llanos.
El control del abonado y los nutrientes o de las posibles enfermedades también son parámetros que tienen en seguimiento a través de la tecnología, algo que permite encontrar la calidad deseada en sus tomates.
El funcionamiento del invernadero está monitorizado en todo momento por el sistema informático y los hermanos Pérez Llanos tienen por lo tanto información las 24 horas del día y capacidad de gestión en cualquier lugar. «Para nosotros es una tranquilidad total poder estar fuera y ver en que condiciones está el cultivo, controlarlo o recibir una alarma el móvil si pasa cualquier cosa para poder corregirlo. Es imposible estar aquí todo el día y por ello te permite una capacidad de gestión mucho mayor de la que tenías antes de que existiesen estos sistemas informáticos», recalca Marcos.
Exigencias técnicas
El ordenador no es, pese a todo, un ente autónomo y con inteligencia y capacidades propias, sino que supone un vehículo de gestión y almacenamiento de datos y que sigue las directrices marcadas por Marcos y Álvaro: «Sin los conocimientos necesarios, el ordenador no sirve de nada. Hay que darle las instrucciones correctas, porque si le das una orden equivocada va a repetirla constantemente hasta que te des cuenta, estropeando la producción».
Rioja Selecto es la única iniciativa riojana de estas características y una de las pocas del norte de España, y es que romper la barrera no es nada sencillo, tal y como explican: «Para llevar una instalación así debes tener bastantes conocimientos de informática y mecánica, al menos. Siempre hay algún fallo que solucionar. Con todo ello, es una experiencia que cuesta al principio, pero el aprendizaje es constante y cada vez le sacas más rendimiento». Una evolución continua y que ya lleva varios años dando fruto en Rioja Selecto, un proyecto de corazón tecnológico y raíces rurales.
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