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MARÍA JOSÉ GONZÁLEZ GALINDO* mjgonzalez@diariolarioja.com
LOGROÑO.
Jueves, 29 de noviembre 2018, 00:02
El centro de innovación en economía circular de Ecoembes en Logroño presentó ayer un nuevo material plástico que le dobla el brazo al petróleo. Se trata de un bioplástico destinado a la fabricación de envases para alimentación como botellas y bandejas, que se obtiene a partir de residuos vegetales, tales como mondas de patatas, peladuras de zanahorias o cualquier otro desperdicio vegetal que, ahora, sólo tiene como último destino la basura. Con ser su reciclaje importante, el valor añadido de la investigación es que estos envases son compostables, es decir, pueden ser transformados en una especie de abono para alimentar nuevos cultivos. «La idea era cerrar el ciclo», señala Jorge García, el químico riojano que ha desarrollado el trabajo en el laboratorio de Ecoembes, contando con la colaboración del AINIA, un centro tecnológico de Valencia.
«Lo que hemos hecho -explica el joven investigador logroñés- es crear un bioplástico a través de un residuo vegetal, en lugar de utilizar caña de azúcar o maíz, porque no queríamos emplear tierra de cultivo de alimentos para fabricar un bioplástico». Así que «partimos de un desecho y nos basamos en residuos vegetales procedentes de mercados municipales, es decir, verduras que ya están en estado de descomposición, que ya no se van a vender y que se van a tirar a la basura». A partir de ahí, con las peladuras y las mondas, «extraemos la glucosa, el azúcar que alimenta un microorganismo y así producimos ese bioplástico, que extraemos y transformamos en granza (pequeños trozos de plástico), que se mete en cualquier máquina de transformación de plástico para fabricar envases». La investigación, que se ha desarrollado en un tiempo récord de ocho meses, ha fructificado en la fabricación de unos prototipos de bandejas y botellas, que «son compostables, es decir, se pueden transformar en abono que dar a la tierra para conseguir nuevos vegetales y, además es biodegradable en el entorno marino». De esta forma, «partiendo de un residuo vegetal le damos una segunda vida como envase, que luego se transforma en abono para futuros cultivos». Este proyecto podría tener una aplicación práctica en la industria en unos cinco años, según García.
El coordinador de TheCircularLab, Zacarías Torbado, destaca que se trata de un proyecto con el que conseguimos un material «que vuelve a la naturaleza, de donde ha partido, sin ningún impacto ambiental», y añade que «el plástico sostenible es el germen de nuevos desarrollos y un ejemplo de cómo serán los envases en el futuro».
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