Torre de alta tensión entre viñedos de La Rioja Alta. MIGUEL HERREROS

Esa tierra de ahí enmedio

EL REPASO ·

De cómo a fuerza de no molestar La Rioja acabará por volver a no ser

Pablo Álvarez

Logroño

Domingo, 12 de junio 2022, 02:00

SÁBADO | MOLINOS

Esa tierra de ahí en medio

El otro día, en Nájera estábamos todos muy contentos. Como de subidón de calimocho, que siempre ha sido muy democrático. Celebrábamos cuarenta años de autonomía que han hecho de La Rioja, ese paraíso universal, la mejor de las tierras posibles. El acabóse.

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La cuestión es ... que cuando a la presidenta se le acabó el discurso (bonito y bien armado, felicidades al anónimo escribiente) todos los dinosaurios posibles seguían ahí. Empezando por uno que es para que los riojanos se mosqueen: la cosa de los molinos, las torres eléctricas y el paisaje.

Veamos. Si miran ustedes el mapa del AVE en el norte de España, notarán que todo fluye en la dirección adecuada. Es decir, en la del País Vasco. Y que todos esos caminos que llevan a Bilbao tienen un curioso cuidado en no pisar La Rioja, esa tierra de ahí enmedio, entre Castejón y Miranda.

Nos dicen que a nosotros, en realidad, la alta velocidad no nos sirve de nada. Que somos pocos. Y casi me recuerdan a esas señoras que dicen que a los pobres es mejor no darles dinero, que lo mismo se lo gastan en drogas.

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La Rioja no vale para ponerle un tren con futuro pero sin embargo, oh curiosidad, sí que está muy bien situada para ponerle tropecientos molinos de viento. Todos los que quepan: ahora mismo un chaval levanta un montoncito de tierra en un arenero y a los diez minutos ya tiene hecho el estudio de impacto ambiental.

Tren no, decíamos, porque no lo llenamos. Pero molinos sí, y sus enormes líneas de descarga. Y una línea de torres bien maja desde Aragón a Vitoria. Y otra que cicatriza en La Rioja Alta desde hace una década. Y hasta un gasoducto para el hidrógeno. Energía que será consumida en otra parte (con lo que tenemos ahora ya nos sobraba el 50% de capacidad) pero con molinos y líneas de alta tensión que destrozarán el paisaje de esta tierra.

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Todo sea por no molestar, claro. Esta tierra de ahí enmedio no levanta la voz desde el 78, ocupados como están sus políticos en seguir dorando la píldora del madrileño que toque.

En fin, que sí, que aquí se vive muy bien. Pero la sensación de declive que nos acosa desde hace unos años no hay quien la pare. A este ritmo, habrá que resucitar a Carmen para que retome la canción. La Rioja «es» pero, como siga así, se quedará de nuevo en el «existe».

MARTES | ESPAÑOL

Salamanca y el observatorio

Los presidentes de fútbol (sobre todo los de los grandes) usan el mismo truco desde que tengo memoria. Ellos saben que los árbitros son personas humanas que leen la prensa, así que cuando uno de ellos mete la pata, levantan bien alta la bandera del agravio. Los árbitros nos persiguen, vayapordios, qué vergüenza. Quizá lo piensen, quizá no, pero lo que es seguro es que el siguiente trencilla que asome por ese campo estará un pelín más presionado. El que no se queja, ya saben, no pilla teta.

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Pensaba en eso cuando oía llorar al alcalde de Salamanca porque La Rioja se había llevado un observatorio de la cosa del idioma. No es, me parece, que el tal observatorio le duela tanto. Lo que le duele es el precedente. Y como es un señor listo, levanta la voz y se queja. Lo hace eso sí en términos insultantes que se podía haber ahorrado, poco menos que diciendo que qué es eso de La Rioja, si allí se ponen la boina a rosca y no saben ni hablar. Pero el montar bulla tiene su cosa, porque la próxima vez que un Gobierno tenga que hacer algo con respecto al español, es probable que se acuerde del mosqueo salmantino.

SÁBADO | BANDERAS

Viva San Bernabé

Ayer pude ver (de lejos y por encima de las cabezas) al alcalde de mi pueblo dando banderazos en El Revellín. Hacía cinco minutos que me acababa de comer mi pez y el de mi hijo mayor, tras media horita larga de cola, mientras bebía vino en jarrito de barro. Nunca he sido muy de tradiciones de éstas, la verdad. San Bernabé me había parecido siempre un momento perfecto para coger el coche y tirar de autopista.

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Pero después de estos dos años de pesadilla y muertes, de banderazos de despachos y peces sin freír, algo se me ha removido por dentro. Qué cosas: lo que echaba esto de menos sin yo saberlo.

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