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Si la comedia, según Woody Allen, equivale a la suma de drama más tiempo, ocurrirá en unos meses que los curiosos acontecimientos de la semana saliente despierten entre nosotros una sonrisa. Hasta entonces, sólo generan ese calorcillo tan conocido: el del desconcierto.
La política ... riojana vuelve el lunes a donde solía: los tribunales. El PSOE lleva el lunes sus nuevas suspicacias hasta la justicia, con la pretensión de que en el tercer poder se diluciden sus sospechas respecto al proceder de Roberto Varona al frente de la Federación de Municipios, fuente de noticias siempre con dirección a la polémica. Los socialistas dudan del relato de los hechos que Varona firmó cuando este periódico le preguntó sobre el pirateo informático de la entidad que preside, un misterioso incidente que arroja para el PSOE tantas dudas como el cobro de dietas a cargo de Varona, apartado que sí ingresa en lo terrenal: 47.000 euros desde el 2007. Lo de siempre: la prosa de los números frente a la poesía de las palabras, donde se detecta cierta ausencia: la voz del PP. Que deja solo a Varona en esta controversia. Como a Juan José Muñoz. Atentos.
Raro el Consejo de Gobierno de cada martes sin nombramiento nuevo, como si el organigrama del Palacete fuera un árbol de Navidad de donde puede colgarse un titular a razón de un alto cargo por semana. El equipo de Andreu persiste en su línea heterodoxa: para reemplazar a la responsable de Diálogo Social, uno de los puestos que más tardó en cubrirse y que ahora deja el cargo de repente, llega un auténtico desconocido, según la misma lógica que pobló de dirigentes manchegos otras consejerías. Esta vez, el Gobierno apunta más cerca: a Madrid. Desde donde Ignacio Arreche desembarca en un cometido decisivo para el engranaje gubernamental. ¿Vínculos profesionales con La Rioja? Ninguno. Y ahí reside el auténtico motor de su designación: como los agentes sociales no saben quién es, aunque fueron informados de su llegada 24 horas antes, se le supone más renuente a dejarse seducir por patronal y sindicatos. Veremos.
La crisis del coronavirus conduce el miércoles a la consejera del ramo ante los micrófonos, más o menos con una semana de retraso. Sorprende porque Sara Alba comunica bien: un potencial malgastado cuando más falta hace informar en tiempo y forma, con rigor y sin histerias. El Palacete prefiere permanecer agazapado mientras el ciclo informativo goza de vida propia y reclama de los responsables sanitarios otra política que no sea la de ayer, la de sus predecesores. La del avestruz. Continuará.
Jueves, noche: reunión de la comisión de seguimiento del pacto de Gobierno, presidida por el clima de confraternización que convierte en colegas a los enemigos del año pasado. Era cuestión de tiempo apagar el mal humor de los socios del PSOE: en cuanto catan el elixir mágico del Presupuesto, se obra el milagro. Pero ojo: Henar Moreno sigue postulándose a titular de Educación en la sombra. Aspirinas para Luis Cacho.
La Rioja se pone estupenda para clausurar la semana con papel estelar de Pedro Sánchez, que avala con su visita a Concha Andreu e incorpora a Moncloa al debate sobre la despoblación, ese demonio que compromete el presente de quienes habitan La Rioja interior. También su porvenir. Y como leer el futuro precisa por supuesto de futurólogos, el PP se ofrece voluntario: síntoma de su errante estrategia, critica a Sánchez antes de que venga. Como se ve, el tiempo es un concepto flexible: puede estirarse hasta que esta clase de añagazas ofrezca apariencia de verdad. Moraleja: en la naturaleza de la política siempre anida la impostura.
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