Del terror de Odesa a la calma de Cameros
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Tres mujeres ucranianas y sus hijos hallan refugio en El Rasillo gracias a unos vecinos y al AyuntamientoDormíamos en los sótanos con los niños, que estaban muy asustados por el ruido de las bombas y decidimos salir de Ucrania y venir a España». Olga Anikeienko, ucraniana de 34 años, vecina de Odesa, resume con estas palabras cómo han sido sus últimos días en el país invadido por Rusia. Todavía no ha sufrido los intensos bombardeos de otras urbes ucranianas, pero la ciudad costera más importante del país dista mucho de ser hoy la Perla del Mar Negro, afamada por sus catedrales y el icónico teatro de la ópera. Los sacos terreros, los obstáculos para los tanques dispersos por las calles y los uniformes y maquinaria militar son hoy una estampa habitual en un municipio que ha empezado también a ser bombardeado desde el mar por la Armada rusa.
La agresión bélica que se inició el 24 de febrero golpeó salvajemente la vida de Olga y cualquier esperanza de un futuro halagüeño que tuviera para sus dos hijos, Yanina y Valentina, de 12 y 9 años de edad. Los tres, junto con su madre Kapitolina Dementieva, de 52, y su cuñada Olga Sheremet y su hijo Vitali, de 38 y 14 años, respectivamente, se encuentran hoy en El Rasillo de Cameros, a donde llegaron el pasado fin de semana tras recorrer 5.000 kilómetros en cuatro días en su vehículo. En él se han venido a España con lo puesto y las cuatro maletas que les cabían en el maletero. Eso es lo que les queda después de construir un proyecto vital que las ansias imperialistas de Vladimir Putin ha hecho saltar por los aires.
Las dos familias han encontrado en los Cameros riojanos la calma, la seguridad y el apoyo necesarios para intentar retomar sus vidas, aunque siguen pendientes del móvil casi cada minuto. «Nuestros maridos se han quedado allí para defender la ciudad», detallan ambas mujeres, que siguen «en contacto con ellos a diario gracias al teléfono y las redes sociales», aunque temen que puedan dejar de comunicarse si la guerra avanza hacia Odesa.
«Putin está loco», afirman tajantemente estas dos madres ucranianas, que insisten en pedir que «Europa cierre el espacio aéreo de Ucrania para que no bombardeen desde el cielo y sigan matando a niños inocentes. Es una masacre», exclaman al tiempo que expresan sus deseos de que «la guerra termine pronto y podamos volver a nuestros trabajos, en los que hemos invertido tanto de nuestras vidas».
Las dos Olgas son tituladas en Psicología, al igual que Kapitolina, que es además doctora y profesora en la Universidad Nacional de Odesa. Tres carreras truncadas abruptamente a causa de la guerra. Ahora son conscientes de que si la situación no mejora en Ucrania, tendrán que buscar un trabajo en España para salir adelante. «Nuestro principal obstáculo –apuntan– es el idioma», una barrera importante, pero que están dispuestas a superar. De hecho, siguen ya cursos de español a través de YouTube e internet.
Olga Anikeienko | Madre ucraniana
Olga Sheremet | Madre ucraniana
Su estancia en El Rasillo está siendo «muy buena, es un lugar tranquilo y lleno de naturaleza y agradecemos mucho el trato y la ayuda que nos están dando todos los españoles», señala Sheremet, que expresa de forma especial su gratitud hacia la familia que les ha traído al pueblo y les ayuda a resolver sus problemas cotidianos.
El alcalde rasillano, Rubén Martínez, explica que su estancia ha sido posible gracias a la solidaridad de unos vecinos del pueblo que les han brindado un hogar donde ya residen. Una iniciativa, añade, a la que se han sumado otros particulares para seguir acogiendo más refugiados en los próximos días. Por su parte, el Ayuntamiento ha ayudado en su empadronamiento y en la integración educativa de los menores, tarea en la que han contado igualmente con el apoyo de la alcaldesa de Nieva de Cameros. La semana próxima, sus hijos estarán escolarizados en Ortigosa, un paso más hacia un horizonte alejado de las bombas.
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