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El número trece contiene desde antiguo el estigma del gafe, una superstición muy extendida, de origen incierto, vinculada tal vez con su condición de número primo, una rareza del orden matemático muy intrigante. Los primos son esos números que disponen de un único divisor, ... maldición que les condena al ensimismamiento y complica toda posibilidad de asociación con el resto de hermanos que vagan por el mundo de la aritmética. De entre ellos, en efecto, el más célebre es el 13. Trece son por ejemplo (al cierre de esta edición) los diputados del socialistas afines a su líder, Francisco Ocón. Es decir, doce más el exconsejero y secretario general. Un número primo que en la endiablada composición parlamentaria representa un auténtico botín. Visto desde la perspectiva de Ocón, el dirigente que se bate en retirada, trece no tiene nada de número maldito.
Pero sí de primo. Porque necesita para fortalecer su posición nuevos apoyos. Dos de ellos se supone que aportan los otros dos compañeros de viaje hasta anteayer, que ahora les vigilan desde lejos: los escaños de Concha Andreu y Jesús María García. Insuficientes para que la suma total de 15 asegure la mayoría parlamentaria; de ahí la necesidad de transigir con cada ocurrencia de la consejera Raquel Romero y también la conveniencia del ritual de cortejo y seducción para retener el voto decisivo de Henar Moreno, un encargo donde no parece emplearse el Gobierno con la atención que merecería la diputada de IU. La única capaz de convertir ese numero trece (más dos) en la llave de la gobernabilidad.
Una Moreno desairada será un problema mayúsculo para el proyecto de Andreu. Una Moreno enfadada representará incluso una promesa de despido del calor presidencial y Luis Cacho sirve como precedente. Una Moreno disgustada, poco o mal informada de la estrategia gubernamental, se transformará en un peligro potencial para un Gobierno que por sí solo ya genera barullos suficientes. Por ejemplo: que el martes se suspendiera la comisión que analiza el grado de cumplimiento del pacto que llevó a Andreu al Palacete es un feo augurio, que debería alertar a los demás firmantes del lío en que puede desembocar el futuro debate presupuestario. Y olvidar que entre aquellos firmantes figuraba el depuesto Ocón tiene algo de error táctico del Gobierno: Moreno, que pareció durante el primer año de legislatura la consejera número diez, supondría otro dolor de cabeza para Andreu si decide ejercer como la diputada número catorce. La que deshace la condición de primo.
En el Palacete se han acostumbrado con tanta frecuencia a apagar los fuegos que causa Romero que han ignorado este otro flanco débil. La interlocución con Moreno parece mejorable, sobre todo cuando se observa la dimensión humilde, muy contenida, de las quejas que eleva la diputada de IU. Sólo quiere algo más de información, un mecanismo más fluido en la relación que mantiene con sus socios, ahora que Ocón carece de asiento en el Consejo de Gobierno. Ni siquiera aspira a una declaración de amor: se conforma con que la tengan en cuenta. O con que Andreu lo aparente.
Aunque los interesados hayan restado importancia a que la reunión se cancelara, la amenaza sobrevoló el miércoles otra reunión que sí se celebró: la protagonizada (a distancia) por los miembros de la dirección del PSOE. La primera desde aquella donde se precipitó la posterior crisis, de donde se ausentaron Andreu y sus fieles. La reunión que precedió al despido de Ocón y su equipo, Ana Santos incluida. Tal vez porque la distancia enfría los ánimos más levantiscos, la celebrada esta semana se desarrolló por cauces apaciguados. Sí acudió esta vez Andreu, en compañía de sus seguidores, que escucharon a su secretario general un discurso que incluyó referencias al plante de Moreno. Que no despierta de momento una grave inquietud en el PSOE, de manera que, visto el clima pacífico en que se desarrolló el encuentro, algunos de los asistentes concluían que habían asistido al primer paso hacia su propia nueva normalidad. Que necesitará sin embargo para que cristalice bastante más que esa distancia física del miércoles: una distancia temporal. Que pasen los días. Y necesitará recordar que toda teoría sobre el número primo está condenada al fracaso si los trece de Ocón ignoran a Moreno. O si desde el Palacete la siguen tratando como si fuera un falso autónomo.
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