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En capítulos anteriores, los firmantes del pacto de investidura aceptaron las exigencias de Izquierda Unida para fortalecer el perfil público de los servicios esenciales en el Gobierno que se disponía a formar Concha Andreu y, haciendo suyas las advertencias de Henar Moreno, ... los nuevos responsables del Palacete aceptaron limitar los conciertos educativos. Pero como resultó que el acuerdo sellado era menos taxativo al respecto de lo previsto, y que el consejero Luis Cacho, que había prometido emplear la guillotina según le pedía Moreno, luego se desdijo y la propia parlamentaria asumió que no era para tanto, que podía esperar, que el sentido de la responsabilidad exigía blablablá... Pues no hubo caso. Los conciertos se siguen renovando con puntualidad y si el día de mañana hay novedades, serán anunciadas cuando convenga. Moreno se dio misteriosamente por satisfecha y pasó a leerse también muy entretenida otros puntos del pacto.
Por ejemplo, la parte correspondiente a exigencias análogas en materia sanitaria. Vulgo, el concierto con las empresas que llegan donde (en teoría, porque nunca se sabe) no llega el San Pedro y prestan asistencia en materia de salud previa millonaria derrama de euros. Otra exigencia de IU contenida expresamente en el acuerdo de coalición que, según se deduce del pleno de este jueves, se dispone a ingresar en el mismo limbo. Porque, preguntada Andreu por las reclamaciones de Moreno, acudió al atril y leyó una hoja desbordante de ambigüedades, que servían para afirmar una cosa y su contraria. Habló de que era preciso, antes de adoptar decisión alguna, trazar una estrategia (que tal vez lleve luego incorporada una mesa o necesite de un observatorio) y hasta de redactar un misterioso DAFO (para el lector profano: documento que sirve para reflexionar sobre debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades) que trace el itinerario más pertinente para que «de forma ordenada» (por supuesto), siempre de acuerdo con el «principio de responsabilidad» (desde luego) y concediendo «prioridad» al paciente (cómo no) en una fecha indeterminada habrá noticias desdeel Gobierno sobre a si suspende o prorroga el contrato con Viamed que vence en dos semanas.
Moreno, que parecía haber llegado al Parlamento como látigo del banco azul para situar a sus integrantes siempre en el carril correcto de la historia (el carril izquierdo), sonreía este jueves mientras atendía a Andreu desgranar esa serie de compromisos que son los favoritos de sus señorías, sea cual sea su credo político: los que no comprometen a nada. La diputada de IU tuvo suerte: desde los escaños de la oposición, María Martín (consejera del ramo hasta anteayer) se ofreció amablemente a traducirle las palabras de la presidenta. Como si Moreno necesitara un intérprete: igual que el resto de asistentes al pleno, había entendido a la perfección el mensaje presidencial. Vuelva usted mañana.
Así que esta historia continuará. Y a medida que avance el relato permitirá a sus seguidores despejar la principal incógnita: dónde quedó la vieja fiereza de IU y qué ofrece el PSOE a Moreno para que mute de amenazante pantera en amoroso gatito. El observador imparcial puede sospechar que un puesto en la mesa del Parlamento ayuda tal vez a calmar aquellos ardores. Pero también habrá quien, menos ingenuo, se malicie que allá al fondo, cuando muera la X Legislatura, IU atrapará su botín más preciado, su genuino grial: la reforma legislativa que permita acceder al Parlamento con el umbral de votos en el 3%.
Es sólo eso. Una teoría. Una historia sin moraleja.
Continuará. Hasta el día 30.
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