María Ezquerro
Jueves, 11 de julio 2024, 07:11
En muchos municipios de La Rioja es posible encontrar contenedores donde verter tapones de plástico para su reciclaje. Una iniciativa que permite a los vecinos colaborar con una causa solidaria. Diferentes asociaciones benéficas y particulares son los encargados de recoger estas pequeñas piezas para posteriormente ... venderlas a empresas que las reciclan dado que el polietileno de alta densidad con el que están fabricadas tienen un gran valor en el mercado.
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Un negocio sí, pero solidario y que ayuda a que los tapones se reutilicen. Con el dinero recaudado se financian diferentes proyectos que cubren las necesidades de niños que padecen enfermedades.
Sin embargo, en los últimos meses, las campañas de recogida se han visto afectadas por una directiva europea que obliga a que las tapas permanezcan unidas a las botellas o briks de plástico de menos de tres litros. Aunque esta norma no se aplica a todos los tapones que se recolectan, sí que ha tenido un impacto notable porque muchos de los consumidores ya no separan la tapa del recipiente.
El acopio de estos objetos es realmente importante para Kike, un luchador de 12 años diagnosticado con atrofia muscular espinal, una enfermedad que daña y mata las neuronas motoras. Eusebio, su abuelo, recoge los tapones desde hace más de diez años y, gracias a su esfuerzo y al del resto de los riojanos que colaboran con la causa, han podido costear parte de los dispositivos que mejoran la calidad de vida de este pequeño.
Eusebio recorre toda La Rioja para conseguir su objetivo. En primer lugar, reúne los tapones de todos los contenedores, así como de los colegios y comercios que también contribuyen. Posteriormente, hace una limpieza y selección, porque no todos cumplen las características exigidas. Una vez realizada esta laboriosa tarea, los deposita en un gran contenedor perteneciente a una empresa del País Vasco que es la encargada de darles una segunda vida. «Nos lo traen vacío, aproximadamente cada tres meses lo llenamos con unos 3.000 kilogramos de tapones y a cambio nos dan unos 450 euros», explica para este periódico el abuelo de Kike.
La implantación de la normativa de la Unión Europea se ha notado y, aunque la recolección ha disminuido, Eusebio no pierde el entusiasmo. «Igual me cuesta un poco más llenarlo, pero es lo que toca, tenemos que pensar que con este gesto ayudamos y así nos supone un menor esfuerzo separarlos de las botellas», relata.
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Con la cantidad recaudada, Natalia, madre de Kike, ha costeado parte de la silla eléctrica que utiliza Kike y, en un futuro tiene pensado adquirir una cama ortopédica. Para ella, el sencillo gesto de reciclar los tapones «es muy importante» y anima a seguir separándolos de los recipientes porque «no cuesta tanto», tal y como señaló en TVR.
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