¿Se puede fumar más 'saludablemente'? O, dicho de otra forma, ¿existe la posibilidad de que un tabaco «menos malo» sea una opción para reducir los daños del tabaquismo a nivel global?
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No se trata de preguntas inocentes. Primero, porque hablamos de un fenómeno mortal: ... según la OMS, el tabaco es directamente responsable de 7 millones de muertes cada año, y de ellas unas 900.000 ni siquiera son fumadores, sino que fallecen por culpa del humo ajeno.
Porque el tabaco es un perfecto cóctel mortal: el humo del tabaco tiene unos 4.000 productos químicos, calcula la OMS, de los que unos 250 son nocivos y más de 50 causan cáncer.
La cuestión, pues, no es discutir si el tabaco es o no malo. La opinión pública mundial ya ha pasado esa pantalla, por más que la industria intentara durante décadas poner puertas al campo de la evidencia científica.
Ahora la batalla se ha trasladado a las preguntas del inicio: el tabaco es malo, pero ¿es posible un tabaco menos malo para ayudar a evitar muertes en las poblaciones más resistentes a dejar esta adicción?
La opinión mayoritaria de la comunidad médica es un rotundo «no». Porque, se considera, los cigarrillos de vapor y otras opciones similares pueden acabar provocando dependencia, problemas de salud similares a los del tabaco o ser simplemente una pasarela para iniciarse en el consumo del cigarrillo.
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¿Entonces? Pues los defensores del «tabaco menos malo» señalan que hay un porcentaje de población que, al menos de momento, es absolutamente impermeable a las campañas anti-tabaco. Y que el porcentaje de recaída entre los fumadores sigue siendo muy alto.
La semana pasada se celebró en Londres el Foro Global del Tabaco y la Nicotina. Un foro que reunía a reguladores y representantes de la industria con expertos en tabaquismo. Allí, como era de esperar se dieron cita las opiniones más partidarias de ese «tabaco menos malo». Así, la agencia Efe recogía la opinión de expertos que coincidían en una premisa, pero no tanto en su derivada.
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La derivada: «Hay muchas personas que no han podido o querido dejarlo y sería preferible que se cambien alternativas de menor riesgo sin combustión». La frase es del médico Riccardo Polosa, director del Instituto de Medicina Interna e Inmunología Clínica de la Universidad italiana de Catania.
La base de esta teoría es que los fumadores vuelven una y otra vez al cigarrillo atraídos por una poderosa adicción, al de la nicotina. Y que, para conseguir su dosis nicotínica, se llevan a los pulmones todo el «paquete» de sustancias nocivas del humo. Así, la idea sería dar a los fumadores una vía de acceso a la nicotina, pero sin tabaco: extrayendo el compuesto en forma de vapor, por ejemplo.
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En la controversia se mezcla lo científico y e interés económico: el de poderosas empresas, como Philip Morris, que prevén dejar el negocio del cigarrillo para centrarse en productos «menos nocivos».
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