Miguel Herreros

El Supremo confirma la condena al instructor de la UAR que hirió por accidente a once alumnos

El Tribunal Militar de La Coruña le impuso una pena de cuatro meses y quince días de cárcel y una indemnización de 290.000 euros de la que declaró al Estado responsable subsidiario

Carmen Nevot

Logroño

Lunes, 30 de octubre 2023, 11:34

El Tribunal Supremo ha confirmado la pena a la que fue condenado por el Tribunal Militar de La Coruña el instructor del Centro de Adiestramientos Especiales (CAE), perteneciente a la Unidad de Acción Rural (UAR), que hirió por accidente a once alumnos durante un curso ... en Logroño.

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En primera instancia, el tribunal le impuso una pena de cuatro meses y quince días de prisión por once delitos contra los deberes del servicio, además de una indemnización de 296.000 euros de la que declaró responsable subsidiaria al Estado. Pena que ahora confirma el Supremo después de desestimar el recurso que presentaron dos de los agentes heridos que no estaban de acuerdo con las cantidades con las que debían ser indemnizados por discrepancias en la valoración de sendos informes médicos.

En concreto, el agente debía abonar 22.723,68 euros a uno y 10.121,32 al otro. El resto de las cantidades oscilaban entre los 397 euros y los 104.468.04 euros.

Los hechos juzgados ocurrieron el 8 de septiembre de 2017. Ese día los alumnos del XLIX curso básico de adiestramientos especiales impartido por profesores, instructores y monitores del Centro de Adiestramientos Especiales (CAE), perteneciente a la Unidad de Acción Rural de la Guardia Civil (UAR), tenían programadas varias sesiones de entrenamiento en el Polígono de Experiencias para Fuerzas Especiales (PEFE), de Logroño, próximo a las instalaciones de la Grajera, que consistían en técnicas de acarreo y transporte de heridos y técnicas de tiro en las que se impartían normas de seguridad con armamento reglamentario sin munición.

Las actividades comenzaron a las 15.30 horas y unas tres horas más tarde el acusado decidió llevar a cabo una práctica de reacción ante agresión de atentado. Con esta idea se dirigió al vehículo que estaba estacionado en un camino junto al acceso de la rampa que da a la explanada. En el interior estaba su fusil de asalto HK –modelo G36– y un cargador con munición real al lado derecho. Cuando se dispuso a cambiar la bocacha de fuego real por el brocal de fogueo, dejó el cargador de fogueo que llevaba en su chaleco a la izquierda del arma. Tras cambiar el brocal, se colgó el fusil, introdujo por error el cargador de fuego real y alimentó el arma a continuación.

Acto seguido, se dirigió a una zona elevada que domina toda la explanada, cogió unas granadas de entrenamiento STUN de su chaleco –destinadas a dispersar, desorientar o confundir por el potente ruido y los efectos lumínicos– y la lanzó a unos cinco metros de su posición mientras los alumnos estaban a unos 40 metros de distancia. En cuanto empezaron a dispersarse, el acusado puso su fusil en posición de ráfaga, apuntó hacia el suelo, pero en la misma dirección en la que se encontraban los alumnos, y disparó 23 proyectiles. Transcurridos unos segundos, se percató de que había disparado con munición real, dejó el arma en el suelo y corrió a auxiliar a los heridos. Los heridos fueron trasladados a urgencias del San Pedro en vehículos oficiales y en ambulancias.

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