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El hombre de 34 años y residente en Oyón, cuyo cuerpo fue encontrado el pasado jueves tirado junto al parque del Ebro, murió tras recibir una paliza para robarle la bicicleta. Era el vehículo con el que la víctima todos los días se desplazaba ... de Oyón a la capital riojana para trabajar en el reparto de comida a domicilio y que al menos seis individuos, dos de ellos menores de edad, le quisieron quitar, junto con el dinero que llevaba encima y que había ganado durante su jornada laboral, según ha podido saber este periódico.
La Policía Nacional confirmó este domingo por la tarde que los detenidos, con diferentes grados de implicación en los hechos, son por el momento seis jóvenes de entre 14 y 25 años de edad de nacionalidad española y colombiana y, al menos en varios casos, con antecedentes por delitos contra la propiedad.
La investigación policial continúa abierta, por lo que pudiera haber más detenidos por este lamentable y trágico suceso. Lo cierto es que la víctima recibió una paliza brutal y los agresores lo dejaron tirado en el entorno del parque del Ebro, en concreto en la calle Intendencia, junto al aparcamiento de vehículos de Valbuena. El fallecido habría quedado inconsciente, pero aún con vida, y pasaron varias horas hasta que lo encontraron agentes de la Policía Local de la ciudad, en muy mal estado y además con hipotermia.
Pese a que fue trasladado al Hospital San Pedro, los médicos no pudieron hacer nada por salvar su vida, fallecimiento que se produjo el viernes y que probablemente podía haberse evitado de haber avisado los agresores en su momento a los servicios de emergencias.
La investigación de la Brigada Judicial del Cuerpo Nacional de Policía sigue abierta y los detenidos continuaban en la noche de este domingo en dependencias judiciales, por lo que aún no han prestado declaración ante el juez que ordenó la investigación del suceso.
La víctima, según la información facilitada por allegados y conocidos de la localidad de Oyón, bajaba a diario con su bicicleta a Logroño, ya que no disponía de otro vehículo propio, para trabajar como repartidor en una cadena de comida rápida de la capital riojana.
Personas que le conocían aseguraron a este periódico estar «consternadas» por la información sobre su muerte, ya que «era una persona afable, simpática y que nunca se metía en problemas», relataban. «Era muy querido en nuestro pueblo, todavía nos cuesta creer lo que ha sucedido», insisten las fuentes.
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