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Emiliano González Calvo, vecino de Logroño y de 70 años, falleció en octubre de 2004 en una bodega de Santa Eulalia Somera asfixiado por el tufo. Cinco años antes, en noviembre de 1999, la tragedia tenía lugar en un Calahorra, en la sociedad agraria de ... transformación Montañán, donde un padre y su único hijo, Francisco Javier Aguado Calvo y José Manuel Aguado Jiménez, de 55 y 29 años respectivamente, perdían la vida por inhalación de dióxido de carbono.
Son las últimas víctimas mortales registradas en La Rioja como consecuencia de este enemigo invisible de los bodegueros, una amenaza etérea que ha sesgado muchas vidas en el mundo del vino. El C02 que emana de la fermentación de la uva tiene unas consecuencias fatales. En el suceso que tuvo lugar en Calahorra, José Manuel Aguado cayó al interior de un depósito de unos siete metros como consecuencia del mareo que sufrió al aspirar ese tufo procedente de la fermentación y el presado de la uva.
Su padre, alertado por no saber donde estaba su hijo, comprobó que se encontraba en el interior del lago y su reacción inmediata fue bajar a tratar de auxiliarle. Pero no pudo y la inhalación de ese dióxido de carbono le provocó también la muerte prácticamente en el acto.
Un tercer trabajador que estaba en la bodega fue quien dio el aviso a los bomberos. Llegaron efectivos de Calahorra y Arnedo provistos con botellas de aire comprimido, cuerdas y arneses para sacar los cuerpos ya sin vida de los dos vecinos de Aldeanueva de Ebro.
Apenas dos semanas después de la muerte de Emiliano González Calvo en Santa Eulalia Somera, la tragedia rondó también en la localidad de Medrano. Dos hombres fueron rescatados por otros dos vecinos del municipio que pudieron intervenir a tiempo en un calado donde estaban los cuerpos «tripa arriba» de dos trabajadores que habían caído al suelo intoxicados por el tufo.
El precedente más cercano de un accidente con víctimas mortales ocurrió, como este domingo, en Rioja Alavesa y también en plena vendimia. El 7 de octubre de 2020 en Lapuebla de Labarca, a poco más de diez kilómetros de Lanciego, fallecieron también dos personas en la bodega familiar Espada Ojeda como consecuencia del C02. Fueron el exalcalde del municipio, Daniel Espada, y su primo Marcos Gallurralde.
Espada cayó dentro de un depósito de unos 5.000 litros de capacidad tras desvanecerse y su familiar se lanzó para tratar de salvarle. Tuvo el mismo efecto reflejo que este domingo se repitió en Lanciego con un desenlace calcado. Porque ambos perecieron en el interior del tanque sin que los servicios sanitarios pudieran hacer nada por salvar sus vidas.
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