Arizta Burgoa | Asador Aker

Crimen de Cuzcurrita

«Era un anfitrión único pero, sobre todo, una excepcional persona»

Una de las pruebas del estrecho lazo que los unía está en la foto que acompaña sus palabras: la de su madre Ana abrazada a un Guillermo exultante el día que les invitó a comer a su casa. «La pandemia estaba castigando a nuestra gente y nuestros negocios, y cuando se decretó el 'cierre' del paso entre comunidades nos juntamos todos para disfrutar y reir un poco». Porque si algo hacía especialmente bien Guillermo era levantar el ánimo a quien tenía al lado. «No era un cocinero especialmente destacado», apunta, «pero su carácter dentro de la sala sí que resultaba único». Aritza puede dar fe ello, pero también cualquiera que haya pasado por el comedor de su amigo en las más de cuatro décadas de actividad del local, uno de los más longevos de la localidad junto al hostal Botero. Imprevisible y siempre divertido, lo mismo cantaba una jota en plena comida que contaba un chiste a los postres incluso ahora, prejubilado ya de sus tareas. «Como un anfitrión único pero, sobre todo, una excepcional persona», resume Aritza.

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La personalidad de Guillermo transcendía los muros de su negocio y hasta los límites del municipio. «Ha sido un actor social clave del pueblo», sostiene su amigo. Y no sólo eso. «Con su manera de ser y de hacer ha llevado la marca de Cuzcurrita a lo más alto, haciendo que gente de toda España sepa situarnos a la primera en el mapa», opina.

Tremenedamente conocido aquí y allá, locuaz y amigable, la cara histórica y más visible de Casa Guillermo deja una señal imborrable en quienes los conocieron de pasada y, como Aritza y su familia, los que compartieron con él días y fogones. «Hay chavales que tienen como ídolos a Mesi o a Cristiano Ronaldo; el mío, el que he tenido desde pequeño, no es futbolista y se llama Guillermo», concluye.