Diecinueve días de búsqueda con un desenlace fatal

Las últimas imágenes suyas registradas por cámaras de seguridad eran en el entorno del puente de Piedra, de madrugada. Este miércoles, después de diecinueve días, se ha producido el desenlace que nadie deseaba: ha aparecido su cadáver en el Ebro.

En la mañana del 2 de marzo su familia se alertó. Javier no había regresado y tampoco había forma de contactar con él. Su móvil estaba apagado. Javier Márquez nunca ha estado solo. Desde el momento en que su familia denunció su desaparición, su círculo familiar y de amigos, las fuerzas de seguridad, sus vecinos, los bomberos, y cientos de voluntarios no han dejado de buscarle. En apenas horas, los voluntarios 'empapelaron' Logroño con la fotografía de Javier, su descripción y los teléfonos de contacto por si alguien le hubiera visto.

El fin de semana de su desaparición, los primeros esfuerzos se centraron en barrer Logroño una y otra vez. Pistas difusas, testimonios de personas que aseguraban haberlo visto por el sur de la capital y lágrimas de una lucha contra el reloj en la que, aunque resultaba difícil de digerir, el principal foco se encontraba en el río Ebro y su entorno.

Al margen del trabajo de la Policía Nacional y Local, en el ámbito de la ciudad, y de la Guardia Civil, que se centró fundamentalmente en el Ebro fuera de Logroño, la actividad de los voluntarios ha sido incesante. Comenzaron más de doscientos y aunque el número fue disminuyendo, especialmente los días de labor porque cada uno tenía sus compromisos, nunca ha cesado. Algunos de ellos se encontraban en las inmediaciones de donde se ha encontrado el cuerpo de Javier.

En Santo Domingo, las manifestaciones de apoyo a los familiares del chico, judoca y residente en Zaragoza, fueron numerosas. Y los apoyos han llegado de diversas maneras. Un claro ejemplo ha sido el del bar La Mina, situado en el parque Santa Juliana. Se convirtió en la sede de las operaciones populares de búsqueda. Desde allí salían cada día los voluntarios para buscar a Javier, después regresaban para comer, en buena medida por la generosidad de los responsables del bar y sus proveedores.

De forma paralela las actuaciones policiales se sucedían. Con menos visibilidad por la necesidad de no desvelar nada sobre la investigación, pero con una presencia continua. La Policía Nacional extendió también las operaciones a las aguas del Ebro en Tudela y Zaragoza. El río, lugar en el que más se centró la búsqueda, no fue, lógicamente, el único. Los subsuelos de la ciudad fueron rastreados por especialistas. Y los medios utilizados fueron todos los posibles: las lanchas de los Bomberos de Logroño, de las unidades subacuáticas de la Guardia Civil y la Policía Nacional, unidades caninas especializadas en la localización de personas y cuerpos llegadas desde Castilla y León, los GEO y Tedax, drones y helicópteros.

La familia de Javier Márquez se aferraba a la esperanza y con su ejemplo, las fuerzas no flaqueaban. La ausencia de Javier se hizo notar en todos los ámbitos, también en el deportivo, con una concentración durante la Gala del Deporte que recordaba su pasión por el judo, un deporte que practicaba y en el que destacaba.

Finalmente, todos los esfuerzos han resultado vanos y este miércoles, unos bomberos descubrían un cadáver en la ribera norte del Ebro. Como si fuese un guiño, a los pocos minutos empezaba a llover. Lágrimas del cielo y lágimas de la familia y de miles de personas que han vivido esta angustiosa búsqueda con la esperanza de que la peor de las noticias nunca llegase a confirmarse.