Desarticulada una red que pidió préstamos a nombre de más de 200 personas sin que ellas lo supieran

Los delincuentes obtenían los datos de sus víctimas medante falsas entrevistas de trabajo | El cabecilla de la red, que operaba en varias provincias, era un riojano de 44 años

la rioja

Logroño

Viernes, 23 de marzo 2018, 10:16

Las víctimas iban a una entrevista de trabajo para un puesto en Zaragoza. O eso es lo que ellas creían. El trabajo nunca llegaba, pero lo que sí aparecía, semanas después, era una sorpresa: una entidad bancaria les reclamaba el pago de un préstamo ... que ellos nunca habían solicitado.

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Y es que, en realidad, la entrevista de trabajo sólo era una tapadera para obtener los datos (y una foto) de esas personas. Y, con ellos, poder contratar pequeños préstamos en entidades que operan por internet.

El cabecilla de la red era un riojano de 44 años. El método parecía bueno, porque consiguieron estafar, dice la Policía Nacional, a 228 personas por toda España, obteniendo más de 200.000 euros de botín.

Ahora, la Policía ha desarticulado la red, deteniendo en Logroño, Villarreal y Palma de Mallorca a sus cinco integrantes, tres mujeres y dos varones, que venían operando desde hacía tres años. Además se han realizado dos registros en domicilios de Logroño, de los que los agentes se han llevado numerosa documentación y varios soportes informáticos.

El principal investigado, un varón de 44 años de edad licenciado en Ciencias Económicas y residente en La Rioja, aunque con estrechos vínculos familiares en Zaragoza, contaba con varios antecedentes policiales por hechos similares.

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Las víctimas acababan a juicio

Según cuenta la Policía, él operaba con una veintena de entidades distintas. Una vez obtenidos, mediante las falsas entrevistas, los datos y la documentación de sus víctimas, falsificaba algunos papeles más: nóminas, recibos bancarios, facturas... Para poder aparentar las garantías que pedían las entidades crediticias. Después solicitaba el préstamo, normalmente de escasa cuantía, con el nombre de las víctimas, enmascarando su conexión de internet para no dejar rastro.

El rastro estaba, sin embargo, en el destino final del dinero: en las cuentas corrientes aparecía como beneficiario o bien él mismo, o su esposa, o alguno de los otros tres detenidos. Una vez obtenido, el dinero duraba poco en esas cuentas: rápidamente era reintegrado en cajeros automáticos o usado para recargar tarjetas prepago para efectuar compras diversas.

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Para las víctimas, todo era mucho más difícil, porque acababan en ficheros de morosos, con las consecuencias que ello conlleva: dificultades para obtener otros préstamos, claro, pero incluso en ocasiones acababan en juicios por esos supuestos impagos.

El principal detenido, tras prestar declaración en la comisaría, fue puesto a disposición de la autoridad judicial en Zaragoza, quien decretó su inmediato ingreso en prisión.

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