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Servicios de seguridad y emergencia trasladan el cuerpo en la Ribera del Ebro.

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Servicios de seguridad y emergencia trasladan el cuerpo en la Ribera del Ebro. JUAN MARÍN

Aparece el cuerpo de Javier Márquez en el Ebro en Logroño

Unos bomberos que rastreaban el río de forma voluntaria con equipos propios encontraron el cuerpo de Javier Márquez al mediodía del miércoles a la altura del monte Cantabria

Diego Marín A.

Logroño

Miércoles, 20 de marzo 2024

El cadáver de Javier Márquez Villaverde, el joven calceatense desaparecido en la madrugada del pasado sábado 2 de marzo en Logroño, fue hallado este miércoles en el Ebro. Se cumplía así la que parecía la principal hipótesis de la investigación, su caída al río, si bien quedan por determinar las circunstancias, si fue o no accidental, así como las causas de la muerte. La Policía Nacional, que dirige la investigación, ofrece este jueves una rueda de prensa al respecto.

A las 15.02 horas la Delegación del Gobierno en La Rioja informó de que a las 13.45 horas se había encontrado un cuerpo en el río Ebro, si bien la confirmación oficial de que era Javier Márquez se produjo a las 18.57. No obstante, la noticia se conoció mucho antes en el círculo cercano a la familia Márquez Villaverde, que estaba, como cada día, reunida en el bar La Mina.

Fueron los bomberos voluntarios que desde la semana pasada rastreaban el Ebro, coordinados por la Policía Nacional, los que encontraron el cadáver de Javier Márquez Villaverde dentro del cauce del río, a la altura de las cuevas del monte Cantabria. Precisamente Diario La Rioja había hablado con ellos horas antes para destacar su labor altruista en la búsqueda.

Una veintena de bomberos tanto de Logroño como del CEIS se turnaban para acudir a diario, este miércoles una decena de ellos y con sus propios equipos acuáticos, a rastrear en el río. «Tenemos la capacidad y está pasando algo dramático en una familia cercana, y como tenemos la posibilidad de aportar nuestra ayuda técnica, venimos a ayudar», contaba Javier Murillo, bombero calceatense. «Hoy la labor es diferente, vamos a rastrear solo por agua hasta el final del tramo. Un equipo de cinco por una orilla y otros cinco por la otra», explicó este profesional antes del hallazgo.

Este miércoles el caudal del Ebro había bajado de forma considerable, tanto que los bomberos hacían pie en buena parte del lecho del río. Sin embargo, la previsión de nuevas lluvias para los próximos días hacían que, tal vez, en jornadas venideras no pudieran volver a adentrarse en el agua, por seguridad. «Hoy es el caudal mínimo del Ebro pero el viernes se va a doblar, así que había que hacer esta labor ya. Desde el agua vamos a revisar toda la zona a la que no hay acceso por medios terrestres», declaraba sumergido en el agua Murillo a las 11.19 horas a la altura de la plaza de toros de Logroño. Dos horas y media después, un kilómetro y medio río abajo, su grupo encontraba el cuerpo de Javier.

«Todos los días vamos a la reunión con la Policía Nacional, que nos coordina, y aportamos la parte técnica de la búsqueda», relataba Murillo. Y a pesar de la dificultad y peligrosidad de la tarea, lo normalizaba. «Este es nuestro trabajo, es lo que hacemos», expuso Murillo. Cabe subrayar que, aunque coordinados por Policía Nacional, los bomberos actuaban de forma voluntaria, fuera de su horario laboral. «Venimos por nuestra cuenta y con nuestro material. Es algo totalmente voluntario. Creo que todo el mundo debería aportar lo necesario y nosotros estamos en esta tarea», opinaba el bombero.

Lloros, abrazos, descanso

De hecho, por la mañana hubo un movimiento especialmente intenso en la búsqueda. La unidad de Subsuelo de la Policía Nacional, con ayuda de personal municipal, se introdujo en el alcantarillado realizando el recorrido desde el paseo de la Florida, junto a la plaza de toros de La Ribera, hasta por buena parte del paseo del Prior, descendiendo en paralelo con el trabajo de los bomberos. Y cuando se confirmó la aparición del cadáver en el río, encontrado por los bomberos, rápidamente se desplegó alrededor el dispositivo de seguridad.

La Policía Nacional acordonó la zona más próxima al río mientras que el Grupo Especial de Operaciones, Cruz Roja y una ambulancia del Servicio Riojano de Salud, así como la Policía Judicial y otros agentes, operaban en la otra orilla, la de la carretera de Mendavia (LR-131), cortada al tráfico desde hace meses por las obras del carril-bici.

Pronto se reunieron en el parque de La Ribera algunos de los voluntarios que a diario habían estado buscando a Javier Márquez Villaverde, como Rodrigo Monasterio y José Ramón Cañas; Javier Camus, monitor de judo del joven calceatense; Inma, que ha cocinado para los voluntarios; y Rebeca, responsable del local El Mesón del Abuelo, que se había convertido en la sede calceatense de la búsqueda, punto de encuentro de las aportaciones de los vecinos, y desde donde se imprimían los carteles de búsqueda gracias a una máquina cedida por un particular.

Arriba, los servicios de emergencia esperan al cuerpo. Abajo, vehículos de la Policía y voluntarios de Santo Domingo esperan noticias. Juan Marín/Diego Marín
Imagen principal - Arriba, los servicios de emergencia esperan al cuerpo. Abajo, vehículos de la Policía y voluntarios de Santo Domingo esperan noticias.
Imagen secundaria 1 - Arriba, los servicios de emergencia esperan al cuerpo. Abajo, vehículos de la Policía y voluntarios de Santo Domingo esperan noticias.
Imagen secundaria 2 - Arriba, los servicios de emergencia esperan al cuerpo. Abajo, vehículos de la Policía y voluntarios de Santo Domingo esperan noticias.

Por muy consciente que fuera de la grave situación, todavía se guardaba un resquicio de ilusión. «La esperanza está siempre, la familia no nos planteamos otra cosa: que aparezca», había advertido emocionado Francisco Villaverde, tío de Javier, a primera hora de la mañana al iniciar una nueva jornada de búsqueda. Precisamente el grupo de voluntarios diarios del club Sampol había acudido al monte Cantabria y había observado desde lo alto el trabajo de los bomberos hasta minutos antes del hallazgo.

Los momentos de incertidumbre fueron los más crueles. Parecía evidente que era Javier, pero no se confirmaba. La lluvia irrumpió de pronto y despejó el parque de curiosos, solo permanecieron los medios de comunicación y los allegados de Javier. Fueron gotas gordas que parecieron ayudar a otorgar a la dramática escena algo de intimidad. Hubo lloros, abrazos, pero también, de alguna manera, no alivio pero sí descanso porque, por fin, aunque de la peor manera, había aparecido Javier.

También se presentaron allí los amigos del joven, muchachos como Alejandro y Brahim, que estuvieron con él en la noche de la desaparición. Incrédulos, dolidos, nerviosos primero en el aparcamiento del IES Comercio, y después desahogándose en un apartado parking de la calle Río Lomo. No se lo explicaban. No se lo creían. No se lo querían creer. Pero lo empezaban a asumir. Mientras tanto, dentro de los coches aparcados, en cuyas ventanillas aún permanecían colgados los carteles de la desaparición, lloraban en solitario varias personas. La emoción contenida durante diecinueve días de desasosiego se desataba. Todos querían que Javier apareciera pero no así.

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