Secciones
Servicios
Destacamos
Nosotros estamos tranquilos y no tenemos miedo», señalaba a mediodía un hombre de mediana edad natural de Viniegra de Arriba y residente en Madrid, que no perdona pasar los veranos en su localidad natal, en cuyo paraje de Hoyo de Mingo se localizó el cadáver de un hombre ... . Abundando en el tema indicaba que «aquí los niños están por la calle y entre ellos se cuidan, los mayores de los pequeños y, además, siempre hay adultos que los vigilan. Todos cuidamos de todos».
Sin embargo, como señalaba un vecino de los que llevan toda su vida en el pueblo y ya supera los 70 años, «estamos con cierta inquietud hasta que no se esclarezca quién o quiénes han sido, pero sin ningún temor». Contaba que él contempló con cierta extrañeza, desde su habitual asiento a la sombra junto a la carretera, ver dirigirse en dirección al puerto de Montenegro al médico y a la Guardia Civil a primera hora de la tarde del jueves. «Lo primero que pensé fue: habrá habido algún accidente en la carretera», confiesa.
Eso sí, cuando luego también vio pasar a más coches de la Benemérita y los dos vehículos de los bomberos, «ya me extrañó mucho». Horas más tarde dice que empezaron a llegar los rumores. «Decían que, al parecer, un guarda con sus prismáticos había visto cómo dos personas sacaban desde una furgoneta blanca un cuerpo y lo arrojaban a la torca», explica.
Noticia Relacionada
Carmen Nevot | F.Domínguez | M.Caro
Muy cerca de este noguerón –tal es el gentilicio de los naturales de Viniegra de Arriba– otro vecino ofrecía un relato similar, aunque él iba un poco más allá y pedía «más mano dura con los delincuentes».
Por lo demás, la localidad seguía con sus rutinas pese al inesperado suceso. Este viernes era día de que llegase el panadero, los congelados y el repartidor de cervezas y refrescos, por lo que había que estar atentos para hacer la compra. Entre los habitantes estivales se consultaban sobre si ya había llegado uno u otro con sus mercancías; no era el caso de dejarlo pasar y tener que esperar a que, como ocurre con el pan, vuelva dos días después.
En la terraza del bar, según iba avanzando la mañana hacia la hora del vermú, vecinos y veraneantes, gran parte de ellos ligados a la localidad por lazos familiares, iban tomando asiento dispuestos a tomar el aperitivo antes de la comida. Nadie echaba en falta a nadie, aunque el incidente formaba parte de muchas de las tertulias.
Sin embargo, en lo que todos estaban de acuerdo era en tomar parte en el pincho-pote que habían organizado de una manera comunal para primeras horas de la noche y que tenía unos fines también comunales: recaudar fondos con los que comprar unas pequeñas porterías para equipar el nuevo polideportivo y que la chavalería pueda jugar al futbito.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Carnero a Puente: «Antes atascaba Valladolid y ahora retrasa trenes y pierde vuelos»
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.