Cueva de los Cien Pilares, en Arnedo Justo Rodríguez
Turismo en La Rioja

Sorpresas orientales

La Rioja Baja, menos frecuentada por los turistas, cuenta con atractivos suficientes para armar una oferta diferenciada

Pío García

Logroño

Domingo, 23 de junio 2024, 08:25

Si uno observa las recomendaciones de TripAdvisor para un viaje a La Rioja, en la sección 'sitios de interés', sacará una sola idea, pero muy clara: hay que ir a la calle Laurel. Lo demás es secundario, opcional, superfluo incluso. Para los visitantes de la ... comunidad autónoma –o al menos para aquellos que se toman el tiempo de dejar su opinión en la guía de viajes–, no hay atractivo turístico que pueda igualarse a la ruta de pinchos por el casco viejo logroñés. Luego, a mucha distancia, aparecen el monasterio de Yuso, Santa María la Real, la catedral de Santo Domingo. En esta compilación, entre los diez primeros «sitios» solo se incluye uno de La Rioja Baja, aunque con menos comentarios: el Mirador de las Cigüeñas, en Alfaro. En otra clasificación, la que menciona las «cosas que hacer», vuelve a aparecer la calle Laurel, rodeada en esta ocasión de bodegas y del parque 'Tierra Rapaz', de Calahorra.

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Arriba, el castillo de Cornago. Abajo, Contrebia Leucade y un busto en el museo de la Romanización de Calahorra

Si hacemos un resumen de los listados que aparecen en las diferentes plataformas, en el imaginario de los turistas La Rioja parece circunscribirse a los pinchos y al vino. Los más cultos o inquietos tal vez se acuerden de San Millán o de Santo Domingo y los vascos no se olvidan de Ezcaray. ¿Y Ebro abajo? Aunque las icnitas de dinosaurio y las aguas de Arnedillo gozan de antiguo predicamento, no encuentran tanto eco. «Teníamos la sensación de que antes las icnitas era el único concepto para promover el turismo en Rioja Baja, pero ahora se va invirtiendo y difundiendo que hay muchísimo más: enogastronomía, paisaje, experiencias... Es verdad que las inversiones han llegado más tarde a La Rioja Baja que a la Alta, pero ahora se ha avanzado mucho en la puesta en valor de este territorio», subraya Esther Rubio, gerente de la Asociación para el Desarrollo Rural de La Rioja Oriental.

Más allá de las icnitas, hay enclaves riojabajeños que sorprenden al turista: la ciudad celtíbera de Contrebia Leucade, el acueducto de Alcanadre, el Museo de la Romanización de Calahorra, el castillo medieval de Cornago, los paisajes casi abstractos de la sierra de Alcarama..., y una singular riqueza gastronómica. «La DOC Rioja cubre todo el territorio, pero el turismo en La Rioja Baja se asienta también sobre productos con distintivos de calidad: la pera, el aceite, la coliflor, el champiñón y la seta... –reflexiona Rubio–. En realidad, la marca que se vende es 'Rioja' porque nadie de fuera se detiene a diferenciar entre Alta, Media o Baja. Nosotros debemos seguir trabajando en estos recursos de referencia para vender paisaje, agroalimentación y un patrimonio complementario y diferenciado del de Rioja Alta».

La Asociación para el Desarrollo de la Rioja Oriental acaba de publicar la primera guía turística en papel de los cinco valles que definen el territorio. «Cada vez llegan más turistas a la zona. Se nota que no solo se ha invertido más, sino que además se ha comunicado mejor», apunta Rubio. Un ejemplo: la rehabilitación de la Cueva de los Cien Pilares, en Arnedo, ha permitido ampliar el pujante 'turismo de calzado': «Antes se fundaba sobre todo en los 'outlets', pero incorporar este atractivo hace que la gente pase más tiempo en el municipio, se quede a comer...»

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