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El cuidado de los hijos sigue recayendo sobre las mujeres de la región. Así lo corroboran los últimos datos hechos públicos por el Ministerio de Igualdad, que reflejan que de los 336 expedientes de excedencias que se dieron de alta en el año 2022, el ... 89,6% de ellos (301) pertenecieron a las féminas riojanas. La explicación de que sean ellas las principales que se acogen a este permiso resulta sencilla. Por lo general, como apunta la responsable de Igualdad de CC OO La Rioja, Sonia Sobrón, «a la hora de determinar quién se coge la excedencia, se tiene en cuenta quién es la persona que menos cobra y habitualmente, somos nosotras las que tenemos menor salario».
Porcentaje de excedencias de mujeres en La Rioja
95,33%
2017
96,72%
2018
2019
93,47%
92,68%
2020
90,61%
2021
2022
89,58%
Porcentaje de excedencias de mujeres en La Rioja
96,72%
95,33%
93,47%
92,68%
90,61%
89,58%
2017
2018
2019
2020
2021
2022
Porcentaje de excedencias de mujeres en La Rioja
96,72%
95,33%
93,47%
92,68%
90,61%
89,58%
2017
2018
2019
2020
2021
2022
Todo debido, en parte, a que hay muchas mujeres que «tienen trabajos temporales o jornadas parciales por las profesiones a las que se dedican, como la limpieza o la ayuda a domicilio. Sectores que, además, están ampliamente feminizados», explica. Una realidad que también constata la secretaria de Igualdad de UGT La Rioja, Yolanda López, al subrayar que «la atribución de roles sexistas y la falta de remuneración de excedencias son los principales motivos por los que los hombres hacen un menor uso de ellas, ya que las mujeres, mayoritariamente, cuentan con salarios más bajos».
Excedencia por cuidado de hijos en La Rioja
Madres
Padres
336
22
301
35
21
280
29
309
20
329
26
355
19
329
23
352
18
295
10
305
17
17
347
364
Excedencia por cuidado de hijos en La Rioja
Madres
Padres
336
22
301
35
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309
280
29
20
329
26
355
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329
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18
305
295
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Excedencia por cuidado de hijos en La Rioja
Madres
Padres
336
22
301
35
21
309
280
29
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329
26
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19
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23
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347
La situación no es baladí. Pese a que cada vez son más los varones que deciden solicitar una excedencia para atender a sus hijos –ahora se acogen a este permiso un 6% más que en el último lustro–, nueve de cada diez expedientes todavía corresponden a las mujeres. Una cifra que aunque se ha reducido ligeramente en los últimos cinco años (ha pasado de las 347 de 2017 a las 301 de 2022), sitúa a La Rioja como la quinta comunidad que mayor brecha de género experimenta en el uso de este derecho laboral. Por delante solo se situaron Murcia (con un 92% de excedencias solicitadas por mujeres), Extremadura (90,67%), Ceuta (con un 90,48% de expedientes) y Castilla y León (con un 90,27%).
El problema, no obstante, es que mientras las riojanas se acogen a este derecho, «dejamos de recibir ingresos y por tanto, perdemos la independencia económica, lo que también repercute en las pensiones y en la jubilación», lamenta la responsable de Igualdad de CC OO. Todo ello, además, «no solo provoca una merma económica evidente en las mujeres, sino que esta intermitencia en el desempeño profesional también interrumpe su progresión laboral», señala López.
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La excedencia, por tanto, llega a convertirse incluso en un factor de riesgo. «Es un tiempo en el que no vas a estar, en el que no van a contar contigo para ascender o para asignarte tareas que son importantes, por lo que aumenta la carga física y emocional», apunta Sobrón. De hecho, como afirma la secretaria de Igualdad de UGT, «se convierte en uno de los principales inconvenientes a la hora de la promoción posterior en el puesto de trabajo, llegando en ocasiones a suponer la antesala al abandono definitivo del mercado laboral para las personas trabajadoras que se acogen a las mismas».
Ante esta situación, la responsable de Igualdad de CC OO considera esencial «una formación y educación transversal; tenemos que concienciarnos de que la excedencia no es una opción exclusiva de las mujeres». También hace falta «trabajar mucho en la corresponsabilidad en las empresas, porque hay hombres que quieren cogerse una excedencia y les miran mal o les ponen pegas», expone Sobrón antes de añadir que «debe haber servicios públicos que nos lo faciliten un poco y políticas que hagan todo lo posible para que no tengamos que salir del mercado para cuidar a los hijos». «Debería ser compatible tener una vida laboral y familiar que nos permita vivir», asegura.
Sonia Sobrón
Responsable de Igualdad de CC OO
Yolanda López
Secretaria de Igualdad de UGT
Para la secretaria de Igualdad de UGT, las excedencias por cuidado familiar «constatan la necesidad de reforzar los servicios públicos accesibles y de calidad que garanticen el cuidado, permitiendo la incorporación o manteniendo en el mercado laboral a las personas cuidadoras que, a su vez, velen por el trabajo en condiciones dignas de las personas que se dedican de manera remunerada a esta labor». Ante esta coyuntura, desde el citado sindicato insisten en la necesidad de «contar con permisos retribuidos para el cuidado familiar, de carácter individual e intransferibles, para eliminar los obstáculos en el acceso al empleo por esta causa, así como para evitar el abandono temporal del empleo o la renuncia involuntaria a una promoción profesional por parte de las mujeres por dedicarse al cuidado de sus familiares», afirman.
Sobre todo, porque como apunta la responsable de Igualdad de CC OO, «cuando decidimos cogernos una excedencia es porque no nos queda más remedio». Si las riojanas deciden acogerse a este derecho, «es porque no les llega para poder pagar a otra persona para que cuide a sus hijos o para llevarles a los campamentos, ludotecas o actividades extraescolares. Tienen que valorar cómo hacerlo y como sale más caro pagarlo, se cogen la excedencia».
Sandra Estuvo de excedencia durante dos años y medio para cuidar a su hija
Sandra (nombre ficticio) conoce de primera mano las dificultades que existen para compatibilizar la vida laboral con la familiar. Hace casi tres años, cuando le tocó incorporarse a su puesto de trabajo después de estar de baja por maternidad, se vio abocada a pedir una excedencia porque «no podía compaginar mi vida como madre con mi vida laboral», recuerda esta riojana.
Trabajaba en un comercio que abría «de lunes a domingo los 365 días del año» y no podía depender de si su marido estaba en casa porque «es autónomo y no tiene libertad horaria». En la empresa tampoco se lo pusieron fácil. «Me pusieron bastantes pegas a la hora de cambiar horarios o de reducir la jornada, pero en mi caso no me compensaba económicamente trabajar menos horas», asegura.
Todo debido, en parte, a que si acortaba su jornada «iba a tener que contratar a una persona para que cuidase a la niña en las horas en que no había guardería (en el pueblo donde vive solo dan servicio durante cuatro horas) o durante toda la tarde si me tocaba trabajar en este horario». Afrontó «mal» todo este proceso. «Lo viví mal porque la jefa que tenía en ese momento, aunque era madre, no entendía que pidiese una excedencia», lamenta. «No fue plato de buen gusto para la empresa, porque al final la contestación que recibí de la gente con la que hablé fue que todas habían sido madres y habían tirado para adelante. El trabajo que tenía no era viable a mis circunstancias y me sentí bastante juzgada», reconoce esta riojana.
Durante sus dos años y medio de permiso, trató de saber si había alguna posibilidad de que le adecuasen la jornada. «Me dijeron que cuando acabasen los tres años que podía estar como máximo de excedencia, me dirían si había alguna posibilidad, pero al ser una cadena muy grande me podían mandar a Burgos». No le dieron ningún tipo de solución. «Me dijeron que o lo cogía o me marchaba, por lo que decidí causar baja, porque además de no tener ningún ingreso, no podía optar a los trabajos que saliesen porque estaba de excedencia por el cuidado de mi hija», lamenta.
Ella se marchó, pero llegó a tener una compañera que «estuvo un año antes en la misma situación y también está en la calle. Tuvimos las dos la misma trayectoria». Entiende que los jefes «no pueden cargar con todo el peso, pero al final la mala situación la tenemos nosotras. Si eres padre, te dan la enhorabuena, pero si eres madre ya te miran como que no vas a trabajar o vas a bajar tu rendimiento. La sociedad está muy mal educada».
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