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Retrato de un samurai (estampa japonesa).
Soldados japoneses

Soldados japoneses

Línea de puntos ·

«Maniobrar con una multitud indisciplinada es peligroso»

Jorge Alacid

Logroño

Domingo, 14 de julio 2019, 09:08

SUN TZU (EL ARTE DE LA GUERRA)

En 1976, con treinta años de dilación, se entregó a los militares del Ejército japonés el último de ... sus miembros que no se había rendido a las fuerzas estadounidenses en la ceremonia que significó el final de la II Guerra Mundial en ese rincón del planeta. Hiro Onoda, que así se llamaba, integraba un conglomerado de soldados que, cada cual por su cuenta, permanecían ajenos al devenir de la contienda. Habían jurado obediencia eterna al Emperador; destinados en perdidas islas del Pacífico, mientras sus compañeros iban cayendo en combate o de inanición, olvidados por sus jefes y por el conjunto del pueblo nipón, cuyos ciudadanos habían aceptado asumir el nuevo tiempo de paz que llegó después de la masacre nuclear, Onoda y sus semejantes seguían disparando tiros. Tiros al aire. Se escondían de enemigos invisibles y mantenían la moral de combate más o menos firme, hasta que eran localizados por otros soldados, enviados a convencerles de que todo había terminado. Debían entregarse. Alguno se resistió. Exigía pruebas de fe adicionales para aceptar que todo aquello por lo que había luchado de repente carecía de sentido hasta que resignado izaba la bandera blanca.

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