Una sociedad evolutiva
«La tortura y el maltrato tienen los días contados»
inma de imaña | coordinadora de animanaturalis en la rioja
Domingo, 18 de agosto 2019, 08:54
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inma de imaña | coordinadora de animanaturalis en la rioja
Domingo, 18 de agosto 2019, 08:54
Siendo una niña, en mi pueblo, se ponía una plaza de toros portátil durante las fiestas principales. Era todo un acontecimiento y, sin criterio alguno, toda la población acudía a todo lo que el programa festivo ofrecía.
El pueblo riojano, generoso, no dudaba en gastar ... en esos días lo que tan duramente ganaba.
Había una modalidad dentro de los festejos taurinos a la que llevaban a los más pequeños con la idea de atraerles a este mundillo. Se llamaba el bombero torero. La población se lo pasaba en grande, riéndose de personas por el simple hecho de padecer enanismo y que, en la actualidad, sería denunciado en cualquier tribunal por hacer burla de una alteración del crecimiento.
Por otra parte, durante esos días teníamos ocasión de ver a señores de apariencia elegante, suponiéndoles una buena posición económica y siempre con sus puros en la boca asistiendo a las corridas de toros.
No estaba el país en un momento evolutivo en el que surgieran voces en contra de tamañas salvajadas. Estábamos dormidos y bastante teníamos con pedir un mundo más justo, unos sueldos más dignos, unos servicios públicos para todas, y tantas y tantas cosas que nos faltaban.
Lo que organizaban y tejían unos cuantos elegidos y amigos de los que daban las subvenciones no formaba parte de la gente de la calle. Estaba ahí y no se cuestionaba.
Pero el tiempo fue pasando y la sociedad evolucionaba. Estudiaba, leía, viajaba y decidía lo que quería hacer en su tiempo libre. Y La Rioja no fue una excepción a lo que sucedía en el resto del país. La gente podía decir que le parecía una crueldad divertirse matando a un animal poco a poco y que era muy desagradable ese tipo de espectáculos.
Es cierto que el torero se juega la vida en la plaza, pero es que no queremos que nadie se juegue la vida. Hay otro tipo de trabajos y no se basan en que la emoción de cada tarde sea si pilla o no pilla al torero un animal moribundo.
Aquí fue donde empezó el problema. La gente realmente no tiene afición. Casi todas las plazas de España y Francia son de la misma familia y cobran sustanciosas subvenciones europeas y españolas.
Pero son unos lobbies con mucho poder y saben que, en poco tiempo, en cuanto las subvenciones les sean retiradas, no van a poder seguir con el negocio. Y se han puesto en marcha, dado que tienen gran respaldo de cierto sector político.
Así, en una ciudad como Logroño tenemos varios círculos taurinos que con la connivencia del Gobierno municipal anterior nos deleitaron con escuelas taurinas infantiles en lugares privilegiados.
Por no hablar de la empresa que ofrece a universitarios en el mismo pack, barra libre, cena y capeas…
Deben estar viendo las orejas al lobo cuando están buscando nuevas generaciones.
Sin embargo, la sociedad está creciendo en un ambiente cada vez más afín a los animales, por lo que la tortura y el maltrato tienen los días contados.
Se impone silenciosamente una sociedad evolutiva.
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