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La experta de la UR, Ana Belén Cuesta, distingue entre mayores que «están solos por voluntad propia y los que se sienten solos» y alerta de que el fenómeno del sobreenvejecimiento de la población riojana exige «políticas con visión a largo plazo».
–¿Qué le ... dicen los datos del INE?
–Son abrumadores, sobre todo por el colectivo más vulnerable, el de los mayores de 85 años, por el fenómeno del sobreenvejecimiento. Ello hace necesarias políticas sociales de envejecimiento atendiendo a la heterogeneidad de este grupo de población (no es lo mismo una persona de 65 años que una de 85 o más años), cambiando la percepción de los mayores, asumiendo que son un activo, y teniendo en cuenta en la toma de decisiones a los mayores para que nos digan cómo quieren envejecer: no es lo mismo una soledad deseada que sentirse solo, emoción que ha agravado el COVID y que se puede dar aunque vivan acompañados. Una sensación que también es frecuente en sus cuidadores que se ven sobrepasados.
–¿Cuáles son las claves?
–Se habla mucho de que todas las planificaciones deben centrarse en las personas y esto pasa por un incremento de los servicios de proximidad y de los de ayuda, comida y fisioterapia ocupacional a domicilio. Pero, también, apostar por centros sociocomunitarios, por talleres de estimulación cognitiva y de rehabilitación (favorecen que la persona pueda seguir viviendo en su entorno) y por entidades del tercer sector y centros de participación activa, que están haciendo un trabajo fundamental por la inclusión social de los mayores. Es el caso de 'Siempre Acompañados' (iniciativa de la Fundación La Caixa, Cruz Roja, Gobierno de La Rioja y Ayuntamiento de Logroño), que desde una perspectiva comunitaria atiende la soledad no deseada de personas mayores. Pero también hay que hacer una apuesta muy potente por las personas cuidadoras a través de los servicios de 'respiro' y de apoyo a la unidad familiar. Todo esto puede estar más implantado en grandes ciudades, pero en el medio rural resulta más complicado.
–Pero, ¿cómo hemos llegado a esta situación, impensable para la generación que nos precede?
–Ha habido unos cambios demográficos enormes y un incremento de la esperanza de la vida, y las proyecciones nos dicen que la sociedad cada vez estará más sobreenvejecida. Por eso es vital no meter a todos los mayores en el mismo saco, sino hacer análisis individualizados y acompañar a cada uno en su envejecimiento. Otro factor que ha influido es que los modelos de familia han cambiado y cada vez es menos frecuente que los mayores estén en casa. Se opta por otras fórmulas como el apoyo en el domicilio o centros residenciales.
–¿Le queda mucho trecho a La Rioja en este enfoque de cómo deben ser las políticas sobre las personas mayores?
–Se están llevando a cabo acciones para promover un buen envejecimiento, pero a veces estas acciones dependen más de criterios profesionales o de cuestiones coyunturales, y no de una visión a largo plazo para ver el envejecimiento como una oportunidad que la sociedad debe aprovechar, dando a los mayores el valor que tienen. Por eso sería muy positivo contar con políticas de envejecimiento que marcasen el rumbo.
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