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De nadar en la abundancia a mirar de reojo hacia el cielo y las marcas de nivel de los embalses. La Rioja afrontó la primavera y el verano pasados en una situación idílica, con los tres grandes embalses que gestiona la Confederación Hidrográfica del ... Ebro (CHE) –González Lacasa, Pajares y Mansilla–, al 100% en mayo. Medio año después la reserva hídrica ha mermado en casi tres cuartas partes y se afronta el futuro inmediato, el peor desde la situación de sequía vivida en el otoño de 2017, con la inquietud de que las ansiadas lluvias descarguen su oro líquido sobre una región agrietada y sedienta.
Cautela, pero sin alarma. La CHE mantiene en situación de prealerta (nivel amarillo) –previo al naranja (alerta) y al rojo (emergencia)– las cuencas del Iregua y la del Najerilla y Tirón y en la de normalidad la del Jalón.
Con un 31% de agua embalsada en la cuenca del río Iregua, regulado por los embalses de González Lacasa y Pajares, cuando la media de los últimos 5 años ronda el 30%; y la del Najerilla, regulado por el embalse de Mansilla, al 28% (34% de media en el último lustro), desde la Confederación se asegura que «es muy poca la diferencia con la media de los últimos cinco años, pero la situación en ambas cuencas, según los índices de escasez con los que trabaja la CHE y que responden al Plan Especial de Sequía, se encuentra en prealerta por escasez».
Tras destacar que acaba de comenzar el nuevo año hidrológico 2022-2023 y que «ahora es la época del año cuando más bajos están los embalses y cuando comienzan a crecer», la CHE resalta que «la situación de prealerta indica que hay que ejercer mayor vigilancia, pero no implica restricción alguna».
Además, las mismas fuentes de la Confederación aseguran que «respecto al abastecimiento de infraestructuras reguladas, el uso prioritario es el del consumo de agua y está garantizado».
En el mismo sentido, desde el Ejecutivo regional, Rubén Esteban, director general de Calidad Ambiental y Recursos Hídricos, pese a admitir que «la situación de los pantanos no es la más deseable por la ausencia de lluvias continuada», señala que «estamos en la línea, más o menos, de este tipo de embalses de ciclo anual y, por tanto, no cabe alarmarse de momento, ya que las lluvias tienen que llegar».
Lejos de alarmismos, Esteban llama a la prudencia y avanza que «según nuestros cálculos, el agua para consumo humano está garantizada incluso en el peor de los escenarios. Tendría que darse un ausencia total de lluvias durante todo el invierno para que aquellos abastecimientos tanto de agua superficial como subterránea se vean comprometidos. No estamos en ese escenario ni de lejos y desde luego no se contemplan restricciones, a la espera de unas lluvias que tendrán que llegar tarde o temprano».
Pero de momento, las precipitaciones se hacen de rogar. El año hidrológico recién estrenado se ha iniciado con la misma tendencia que se despidió el anterior. Octubre, un mes que tradicionalmente deja 37 litros en La Rioja, solo aportó 13,4, según los registros de la Aemet en su estación de Agoncillo, y noviembre, una vez cumplido su ecuador, tan solo suma 3,1 de los 40 que habitualmente suele contabilizar. El año 2022 acumula así un déficit de casi el 51% –178 litros por metro cuadrado frente a los 363 de las estadísticas históricas de referencia–.
Los embalses lo notan y mucho. González Lacasa, Pajares y Mansilla suman hoy 36,038 hectómetros cúbicos, el 26,52% de sus capacidades globales (la del conjunto de la cuenca está al 35,2%), 135,857, cuando hace un año estaban al 32,13% (43,662 hectómetros cúbicos) y en la media de los últimos cinco años, al 31,48% (42,768). Más claro todavía, los tres embalses que gestiona la CHE en la comunidad tienen a día de hoy 12,542 hectómetros cúbicos menos que hace un año; es decir, la despensa hídrica afronta el invierno con 12.500 millones de litros por debajo de los de doce meses atrás.
La peor situación la presenta el González Lacasa, al 18,3% (6,038 hectómetros cúbicos), mientras que Mansilla y Pajares rondan el 30%, el 28,3% el primero (19,196); y el 30,7% el segundo (10,804). Además, el pantano de Enciso, no gestionado por la CHE, se encuentra en una situación definida como de 'puesta de carga', con más de 40 de sus 46,200 hectómetros cúbicos posibles embalsados.
Rubén Esteban | Director general de Recursos Hídricos
La situación no es buena, pero es cierto que no es de las peores. Solo hay que remontarse cinco años atrás, hasta 2017, para hallar unos registros más preocupantes. En aquel otoño, la región afrontaba la llegada de diciembre con 18,2 hectómetros cúbicos en los tres pantanos que gestiona la Confederación, 17,8 menos que hoy, y un porcentaje del 13,39%, 13,13 puntos por debajo del actual.
El panorama tampoco tiene nada que ver con el que viven otras comunidades. La Rioja, según refleja embalses.net, que recopila semanalmente todos los datos oficiales sobre pantanos que se publican, tendría unas reservas de agua del 41,98% sobre el máximo total, una tasa solo superada por País Vasco (57,54%), Asturias (55,92%), Comunidad Valenciana (55,12%), Madrid (50,66%) y Galicia (48,42%), frente al drama de regiones como Andalucía (22,44%) o Murcia, Navarra y Cantabria, que rozan el 26%.
12.500 millones de litros menos que hace un año tienen los tres embalses que gestiona la CHE.
16,5 litros de lluvia han dejado por ahora octubre y noviembre (77 es la media histórica).
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