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Hace dos semanas, Raquel Romero acaparó buena parte de los focos durante la toma de posesión de los nuevos miembros del Consejo de Gobierno. Se había dejado querer durante todo el verano, haciéndose la remolona hasta que alteró los planes de su jefa y ... consiguió que el PSOE transigiera: también ella iba a ser consejera, contra los planes de sus flamantes aliados. Los socialistas no querían ver ni en pintura a Podemos en las instituciones y estas dos semanas les van dando la razón, como prueban las controversias a cuenta de Mario Herrera, el polémico alto cargo que Romero lleva consigo a su departamento. Y por si faltara alguna otra evidencia de la incomodidad que rodea a los contrayentes en este matrimonio de conveniencia, valga un relevante detalle: durante todo este tiempo Romero ha carecido de sede física definitiva para desarrollar las tareas encomendadas.
Hasta ayer. Según explicó una responsable de comunicación del Palacete a media mañana, había fumata blanca: Romero se instalará en la Bene. Allí quedó vacante, en la remodelación de espacios que siguió al cambio de Gobierno, el despacho que Carlos Cuevas ocupaba como consejero de Fomento. Y hasta esas dependencias se ha mudado Romero con su exiguo equipo, alimentado de momento por otras dos personas (la directora general de Cooperación, la madrileña Mayra Moro, y su jefe de gabinete, Axier Amo, manchego como Herrera), a la espera de que fructifiquen los nombramientos que todavía aguardan en su departamento. Por ejemplo, el cargo de secretaría técnica.
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Con su traslado a la Bene, el venerable caserón de la calle Murrieta donde también se aloja la Consejería de Educación, en el PSOE consiguen al menos uno de sus propósitos no confesos: evitar la presencia de Romero rondando por el Palacete. Allí sí se alojan algunos de los funcionarios que desempeñaban hasta ahora varias de las competencias que (se supone) emigrarán a la Consejería de Participación, como las de memoria histórica. Y también se llegó a suponer que, puesto que ese era el emplazamiento más o menos natural para una cartera que tiene bastante de postiza o de invento de última hora para contentar a Podemos, Romero tendería a ocupar otro despacho vacante: el que dejó libre muy cerca del área de Presidencia la exconsejera Begoña Martínez.
No hubo tal. Romero se marcha a la Bene y ya todos los consejeros están en un sitio, aunque algunos (como José Luis Rubio, el consejero de Transición Ecológica) estaba pendiente de trasladarse a su sede definitiva, en las antiguas dependencias que ocupó en el edificio de Medio Ambiente en Prado Viejo la exvicepresidenta Aránzazu Vallejo. Por el contrario, Ana Santos, que empezó su andadura como consejera de Servicios Sociales en la sede provisional de Belchite, ya recibe en el edificio de avenida de Colón con Villamediana. Y en efecto, todos los consejeros están en su sitio. Dos semanas después.
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